Existe una invasión que ha ido creciendo en los últimos años y de la que no se habla demasiado (por lo menos lo suficiente) y que nos afecta a todos y todas más de lo que creemos.
Nuestro archipiélago es conocido por su excepcional biodiversidad y belleza natural, se enfrenta a un desafío silencioso pero devastador: la invasión de especies de fauna exóticas. A lo largo de los años, numerosas especies de animales no nativos han sido introducidas en las islas, lo que está generando graves consecuencias para el ecosistema canario.
Las especies de fauna invasoras son aquellas que han sido transportadas de manera intencionada o accidental fuera de su área de distribución original y que, una vez establecidas en un nuevo entorno, tienen la capacidad de propagarse y multiplicarse rápidamente, compitiendo con las especies endémicas y alterando el equilibrio del ecosistema. Estas invasiones suelen tener efectos devastadores, tanto para la biodiversidad local como para la economía y el bienestar humano.
El problema de las especies invasoras en Canarias tiene diversas causas. Una de las principales es la actividad humana, que ha sido responsable de la introducción no intencional de muchas especies exóticas. La globalización del comercio y los viajes ha facilitado el transporte de animales y plantas desde distintas partes del mundo, y algunas de estas especies han logrado establecerse en el archipiélago canario, desplazando a las especies autóctonas y alterando los ecosistemas locales.
Otra causa importante es el abandono de mascotas exóticas. Muchas personas adquieren animales exóticos como mascotas sin ser conscientes de las consecuencias que esto puede tener. Cuando estas mascotas se vuelven demasiado grandes o complicadas de mantener, algunas personas optan por liberarlas en la naturaleza, lo que puede desencadenar una invasión silenciosa. Este comportamiento irresponsable ha llevado a la introducción de especies como iguanas, serpientes y tortugas que ahora compiten con las especies locales por recursos y hábitats, alterando drásticamente el equilibrio natural.
Las especies invasoras compiten con las especies canarias por alimentos, espacio y en muchos casos, las superan debido a la falta de depredadores naturales en su nuevo entorno. Esto puede conducir a la disminución o incluso la extinción de especies autóctonas, lo que afecta negativamente a la biodiversidad y puede generar desequilibrios en las cadenas alimenticias.
Un ejemplo preocupante es el caso del lagarto gigante de Gran Canaria (Gallotia stehlini), una especie endémica en peligro de extinción que se enfrenta a la competencia y depredación por parte de ratas o serpientes invasoras o por los gatos asilvestrados. La presencia de estos invasores representa una amenaza significativa para la supervivencia de esta especie icónica.
Además, algunas especies invasoras son portadoras de patógenos o enfermedades que pueden afectar tanto a la fauna autóctona como a los seres humanos. Esto representa un riesgo para la salud pública y puede tener consecuencias económicas significativas si afecta a actividades como el turismo o la agricultura.
Canarias alberga una variedad de especies invasoras que han tenido un impacto significativo en el ecosistema local. Según “Ciencia Canaria”, ya se han registrado más de 200 especies invasoras (o potenciales) en las islas. Algunos ejemplos son la culebra real de California, las ratas negras, las iguanas, las cotorras de Kramer, las tortuguitas de Florida, y un sinfín de especies de reptiles. Especial significado tiene el reciente descubrimiento en Tenerife del caracol gigante africano que es una de las 100 especies invasoras más peligrosas de todo el planeta por los daños que puede causar a la vegetación local y algunos científicos resaltan que puede llegar a transmitir la meningitis al ser humano.
Las principales medidas de control y prevención contra las especies de fauna invasoras en Canarias deben incluir una combinación de enfoques, tanto a nivel insular como autonómico. Estas medidas son fundamentales para proteger la biodiversidad y los ecosistemas de las islas.
Por supuesto dentro de esta combinación de medidas es fundamental mejorar la regulación sobre importación y posesión de especies exóticas invasoras como mascotas, así como sanciones para quienes incumplan estas disposiciones, así como un trabajo mayor de prevención en puertos y aeropuertos. Por supuesto, hay que sumar a ello un trabajo de vigilancia y detección temprana y una investigación y el monitoreo constantes son fundamentales para comprender la dinámica de las especies invasoras y su impacto en el ecosistema.
Otras posibles medidas son la restauración de hábitats, la reintroducción de nuestras especies y la restauración de la vegetación autóctona pueden ayudar a restablecer el equilibrio del ecosistema.
En casos en los que las especies invasoras ya están establecidas y causan un daño significativo, se deben desarrollar planes de control de poblaciones (con el debido apoyo científico). Estos pueden incluir métodos como la caza selectiva, la captura y el control biológico, siempre garantizando (en lo posible) el bienestar de los animales involucrados.
Además la educación ambiental es clave para prevenir la introducción de nuevas especies invasoras y fomentar prácticas responsables. Las campañas de concienciación deben dirigirse tanto a la población canaria como a los turistas, para que comprendan los riesgos asociados con las especies exóticas y la importancia de preservar la biodiversidad canaria. También sería interesante que las administraciones pudieran ofrecer incentivos y subvenciones a aquellos propietarios de terrenos o comunidades locales que colaboren en la gestión y control de especies invasoras. Estos incentivos pueden promover la participación activa de la sociedad en la protección del ecosistema.
En este sentido es loable, aunque siempre mejorable, el trabajo en los últimos años de los técnicos del Cabildo de Gran Canaria en esta materia con el desarrollo del Plan Insular de Especies Exóticas Invasoras (PIEEI) que se basa en la colaboración entre diferentes instituciones y actores, y contempla medidas como la vigilancia, la sensibilización ciudadana y la erradicación de especies invasoras, así como la consolidación del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre.
En conclusión, el problema de las especies de fauna invasoras en Canarias es un desafío que requiere una respuesta integral y coordinada con la necesaria colaboración de la sociedad civil y de la educación cívica de nuestra población.
A nadie se le escapa ya la importancia del resultado de las próximas elecciones generales. Por un lado, estos comicios se juegan en el terreno del bipartidismo clásico, entre el PSOE y el PP; por el otro, y de forma inédita en la democracia española, existe un riesgo real de que la ultraderecha llegue al gobierno y cuente con ministros por primera vez en el Estado desde que se inauguró el proceso democrático en 1979.
La extrema derecha comenzó su andadura democrática en la primera legislatura de la mano de Fuerza Nueva, liderado por Blas Piñar, que estableció un partido que abogaba claramente por una vuelta a los principios y valores del franquismo. Paralelamente se fundaba Alianza Popular, un partido político liderado por Manuel Fraga, exministro de Información y Turismo durante la dictadura de Franco. Y aunque AP no se autodenominaba de extrema derecha, representaba una continuidad ideológica con el régimen franquista, lo que le permitió a la formación aglutinar tanto a seguidores de la derecha conservadora, como a la situada en el extremo.
El fracaso de FN y la consolidación de AP lograron que la mayoría de la extrema derecha se aglutinara en torno a Fraga. La posterior desaparición de UCD y CDS y la deriva al centro de Aznar, tras su refundación en 1989, hizo que el partido hiciera desaparecer (o esconder) cualquier atisbo de ideología franquista o de derecha radical. En alguna ocasión el propio Aznar llegó a realizar expresiones que buscaban consolidar este giro blanqueador y manifestaba la necesidad del PP de “beber de las influencias del Azaña republicano”.
Pero, ¿era eso real en las bases del partido?. Creo que no todo el PP era de extrema derecha, pero por supuesto, hasta la crisis del partido a mediados de la década de 2010, toda la extrema derecha estaba en el PP. Esto empezó a cambiar con la aparición de VOX (casi como escisión del PP) en 2013, que con el acicate de la aparición de Podemos y con el auge del proceso catalán, tuvo por primera vez resultados destacables en las elecciones autonómicas andaluzas de 2018 y con ellos, la asunción de lo que se ha venido a denominar como la derecha radical (así la definen algunos autores como Mudde o Stanley Payne).
Aunque VOX suela utilizar en sus mítines y vallas publicitarias la palabra “libertad”, es precisamente la falta de libertad y el autoritarismo lo que podría caracterizar un gobierno participado por esta opción política. Me explico. Podríamos vivir, según su propio programa electoral y su reciente praxis en los gobiernos locales y autonómicos una oleada de ilegalizaciones y prohibiciones.
Empecemos por mí mismo. VOX ha incluido en sus programas la ilegalización de los partidos “nacionalistas” de los diferentes territorios. Como es sabido milito hace muchos años en una organización como Nueva Canarias. ¿Tendrá VOX la capacidad para cambiar la normativa y hacer que partidos como NC, PNV o ERC sean ilegalizados? Según ellos los nacionalismos periféricos están invalidados democráticamente. Por supuesto no su nacionalismo (chovinista) español. Este último, aunque altamente excluyente, es presentado como liberador y democrático. Sólo existe un modelo de España para ellos, el resto no cabemos ni debemos existir.
Pero sigamos, ¿serán capaces de limitar los derechos de las mujeres? ¿Cuánto tardaran en prohibir cualquier posibilidad para que una mujer pueda ejercer el aborto como último remedio ante una situación adversa en la vida?, y ¿cuánto tardarán en prohibir o poner trabas a las organizaciones feministas que defienden los derechos de la mujer? Es cuestión de tiempo y poder.
¿Y la libertad sexual? ¿Cuánto tardaran en retirar el derecho y la libertad para contraer matrimonio? ¿Cuánto tardaran en prohibir que se apoye en la escuela y en la sanidad pública el apoyo psicológico para ese, a veces, complicado proceso personal? Cuestión de tiempo y poder.
¿Y las personas de otro color o aspecto? ¿Caminarán tranquilos por la calle o deberán estar todo el día con el DNI o pasaporte en la boca para demostrar su “españolidad”? Cuestión de tiempo y poder.
¿Y los creadores y productores de la cultura? ¿Escribirán o programaran obras de teatro en libertad, o tendrán miedo a que los censuren? ¿Cuánto tardarían algunos en hacer al Estado (si cabe) más religioso? ¿Cuánto tardarían en imponer sus creencias al resto? Cuestión de tiempo y poder.
¿Y tú, ecologista? ¿Te prohibirán asociarte y juntarte con otras personas porque estás manipulando a la sociedad con tus “inventos del cambio climático” o porque “estás socavando la soberanía nacional con la Agenda 2030”? Cuestión de tiempo y poder.
Casi cualquier sector de la sociedad puede verse afectado por la concepción autoritaria y hegemonista de la extrema derecha. Esta es una ideología que le propone al penúltimo pisar al último. Que crece y se consolida a través de la difusión del odio. El odio al contrario, el odio al que no piensa como tú, el odio al diferente. Y para poder visualizar ese odio ante su público, nada mejor que ilegalizar y prohibir cualquier fórmula que sea diferente, sea una obra de teatro, la campaña de una asociación ecologista o los besos en la calle de personas del mismo sexo.
Para la derecha radical las libertades compiten entre sí. Pero nada más lejos de la realidad. La libertad, las verdaderas libertades, se refuerzan mutuamente. Crecen y comparten espacios. Cuando un colectivo las adquiere, nos refuerza a todos y todas. Porque construimos una sociedad más democrática, más igualitaria, más justa. Ante la ideología del odio, de la exclusión, del frentismo solo valen ideas y soluciones para transformar la situación de las mayorías sociales, construyendo sociedades más justas, más felices, más libres, pero también más solidarias.
El próximo 23 de julio Canarias se juega mucho. Hay una persona y una candidatura que cree firmemente en la libertad y en la solidaridad. Luis Campos y Nueva Canarias, han demostrado en su trayectoria que luchan por ese tipo de sociedad a la que aspiramos muchos de nosotros y nosotras. Una sociedad que mira al futuro con decisión, afronta los retos a los que nos enfrentamos y avanza. Construyendo, en definitiva, una Canarias más justa, igualitaria y fuerte. Una Canarias que lucha contra el odio y abraza la esperanza.
Artículo publicado en Diario.es el 14 de julio de 2023.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible fue adoptada por las Naciones Unidas en 2015, esta agenda establece metas ambiciosas para abordar los desafíos globales más apremiantes. La Agenda es un marco integral y ambicioso que abarca 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que van desde la erradicación de la pobreza y el hambre hasta la acción climática y la igualdad de género. Estos objetivos proporcionan una guía clara y unificada para que los gobiernos, las organizaciones y las personas trabajen juntos en la búsqueda de un futuro más sostenible y equitativo. Sin embargo, la extrema derecha ha expresado críticas hacia esta agenda, alegando que socava la soberanía nacional y promueve una agenda globalista, cuestión esta que enlaza con otros grupos conspiranoicos que hablan de grupos globales que están usando los ODS para ampliar los beneficios y el control de determinadas empresas sobre el poder político, como si esto fuera algo novedoso impulsado recientemente. Desde la caída del bloque soviético, en los años 90 del pasado siglo, la globalización y “concentración” de las empresas multinacionales ha ido creciendo y creciendo sin la necesidad (sino más bien lo contrario) de hacer ningún tipo de “green whasing”.
Es importante señalar que la Agenda 2030 fomenta una colaboración global y la participación de todos los actores relevantes, incluidos los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado. Esta inclusión y cooperación son fundamentales para abordar los desafíos complejos que enfrenta nuestro mundo. Sin embargo, la extrema derecha ha tratado de desacreditar estos esfuerzos, alegando que la agenda busca imponer un gobierno mundial y erosionar la identidad cultural de las naciones.
La sostenibilidad y la resiliencia son principios fundamentales de la Agenda 2030. El objetivo es lograr un desarrollo económico y social equitativo sin comprometer los recursos naturales y los sistemas que sustentan nuestra existencia. Sin embargo, algunos sectores de la extrema derecha han argumentado que esta agenda descuida la importancia del crecimiento económico y pone en peligro los intereses económicos de las naciones.
Es importante reconocer que la Agenda 2030 no es perfecta y que enfrenta desafíos en su implementación. Algunos críticos han señalado la complejidad y la falta de claridad en cuanto a los mecanismos de financiamiento y seguimiento de los ODS. Estas críticas constructivas son válidas y deben ser abordadas para asegurar el éxito de la agenda. Sin embargo, la postura de la extrema derecha va más allá de estas críticas legítimas y se basa en la desinformación y el rechazo ideológico a la cooperación internacional. En definitiva, utiliza tácticas de miedo y manipulación para desacreditar los esfuerzos destinados a luchar contra el cambio climático. Debemos tener pensamiento crítico para abordar toda la (des)información que nos llega a través de las redes sociales y seguir defendiendo la necesidad de luchar contra el cambio climático y por un mundo mejor.
Recientemente nos hemos levantado con una gran noticia para la movilidad sostenible entre los sectores juveniles y universitarios. La Concejalía de Movilidad del Ayuntamiento capitalino, a través de un convenio entre Sagulpa y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y con la financiación del Cabildo Insular, ha puesto en marcha el sistema de Sítycleta eléctrica en el Campus Universitario de Tafira, con 6 estaciones y 60 bicicletas.
El proyecto, llamado ‘Campus Cero Emisiones’, también contempla la visualización del campus para el uso de vehículos eléctricos unipersonales, una actuación que llevó a cabo la Concejalía de Movilidad el pasado verano a través de la señalización horizontal y vertical de las principales calles que conectan las facultades como ciclovías. Este proyecto es especialmente importante porque supone sumar a la comunidad universitaria a la movilidad sostenible, facilitando que los desplazamientos internos dentro del campus se realicen en modos de transporte saludables y no contaminantes, e incentivando al alumnado para que sean usuarios de Sítycleta en toda la capital.
Así, el Campus contará después de Semana Santa con 60 bicicletas eléctricas, 6 terminales informativos y 6 estaciones con anclaje, ubicadas en la Biblioteca General y el Edificio Polivalente I y las facultades de Educación Física, Ingeniería, Ciencias Básicas y Ciencias Jurídicas. El horario del servicio será de 6:00 a 23:00 horas, como en el resto de la ciudad.
Como parte de este acuerdo, la comunidad universitaria podrá beneficiarse de un abono especial, cuyo importe será de 35 euros al año, y que posibilitará el acceso al sistema completo de Sítycleta distribuido por toda la ciudad, con la posibilidad de realizar viajes ilimitados de 30 minutos.
Enhorabuena a José Eduardo Ramírez y a Sítycleta por esta iniciativa.
Ayer tuve la oportunidad de disfrutar de una conferencia de uno de los mejores coach del mundo, Juan Carlos Cubeiro. Esta intervención se produjo en el marco de unas Jornadas organizadas por la Asociación de Mujeres Empresarias de Canarias (ASEME) con la colaboración del Ayuntamiento de Telde, el Cabildo de Gran Canaria y la Cámara de Comercio.
Juan Carlos Cubeiro, es uno de los mayores expertos internacionales sobre talento coaching y liderazgo y ganador de galardones como el Premio Líder Humanista, Líder de Excelencia, Brain & Heart al mejor docente (EBS), y Doctor Honoris Causa por la HAC Business & Management de la Universidad de Nueva York, entre otros.
Cubeiro está muy vinculado al deporte, no sólo porque participó en el equipo de coaching de la selección española que ganó el mundial en 2012, sino porque recientemente ha publicado un libro que relata, tras una investigación con el protagonista, como podemos llevar las enseñanzas del tenista Rafa Nadal a la vida cotidiana, “Nadalizate” (Editorial Alienta, 2023).
Momento de la conferencia del coach, Juan Carlos Cubeiro, en Telde.
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la UD Las Palmas?.
En primer lugar, hemos leído recientemente la polémica sobre el uso individual o grupal del coach del equipo que trajo el año pasado el entrenador, García Pimienta. Es curioso como el equipo canario ha recurrido, por primera vez en su historia, a la incorporación de un coach al cuerpo técnico de la UD. Esto es una muestra de como este recurso se está incorporando a casi todas las facetas del mundo profesional, y de hecho la prensa grancanaria ha responsabilizado de parte de los buenos resultados del equipo a la aparición de este puesto.
En segundo lugar, Juan Carlos Cubeiro comentó ayer que el liderazgo, entre otras cuestiones, es lograr llevar a la excelencia y por encima de sus posibilidades a los equipos humanos, y puso como ejemplo a la UD Las Palmas, que con un presupuesto y un “valor de jugadores” en torno al noveno puesto de la liga ha logrado llevar al equipo a estar hasta ahora entre el primer y segundo lugar de 22 equipos. Y eso sin duda es un éxito de liderazgo de Pimienta y su equipo técnico.
Cubeiro hablaba ayer de como las personas podían conseguir la felicidad, no sólo como una cuestión material sino en la actitud diaria ante la vida, en el formato (casi diario) de varias actividades deliberadas. Algunas de ellas, entre otras, son las siguientes: expresar gratitud, cultivar el optimismo, desarrollar estrategias de resilencia, aprender a perdonar, saborear las alegrías de la vida y comprometerte con tus objetivos.
Esta reflexión del coach me genera un pensamiento automático. Que la UD me ha generado una felicidad y unas alegrías durante el último año que es para estar agradecido como aficionado amarillo que soy. Creo que hay que saber perdonar el mal juego y los errores de los últimos tres o cuatro partidos, ser optimistas y apoyar al equipo y a partir de ahora desarrollar estrategias para lograr el objetivo que deseamos entre todos, que no es otro que el ascenso. Arriba de’llos!!.
A lo largo de toda la vida, desde los 18 años, he estado vinculado de una forma u otra al ecologismo. Hace treinta años abundaba el negacionismo sobre el cambio climático. Me hice “adulto” escuchando a bastantes políticos y muchos ciudadanos diciendo que era simplemente una invención y una exageración de nosotros, los ecologistas. Esta visión ha ido rebajando poco a poco sus adeptos, y ya muy pocos la reivindican, con la única excepción últimamente de la ultraderecha que se ha apuntado con Trump y Bolsonaro al discurso negacionista.
Por otro lado, ya hace unas décadas, nos encontrábamos con discursos que primaban la defensa de la avifauna contra el impulso de la energía eólica, y sobre todo un discurso apocalíptico, que nos decía que era imposible “reformar” el capitalismo y que era inminente la caída y derrumbe del sistema. Esta vertiente, liderada en el estado español, por Pedro Prieto hacía (y hace) un voraz ataque a las energías renovables y pronosticaba que el petróleo estaría prácticamente agotado en unos pocos años (en torno al año 2020!!). La única alternativa, para muchos de ellos, es el “decrecimiento” y el fin del capitalismo, sin saber muy bien qué es lo que lo sustituiría. En definitiva, una especie de parálisis total, que considero que lo único que provoca en la ciudadanía es una huida hacia adelante y un “salvese quien pueda”. He oído a algunas personas después de escuchar este discurso decir: “¿si el mundo va a colapsar, de todas maneras, para que voy a hacer algo por el planeta?. Seguiré poniendo el aire condicionado a toda mecha y yendo en mi coche privado….”.
Por supuesto que la eficiencia, el ahorro energético y una sociedad muchas más compensada en los niveles de consumo es absolutamente necesaria, pero tampoco podemos quedarnos sentados hasta que el colapso nos sorprenda. Además de todas estas medidas, debemos construir unas sociedades más adaptadas y preparadas para el cambio climático. Unas sociedades que a través de sus gobiernos y de la concienciación de su ciudadanía intente mitigar, adaptarse y luchar para que la creciente crisis climática no nos extermine. Mientras continuamos la lucha contra el negacionismo por parte de sectores políticos y de algunos estados, debemos construir alternativas (que en mayor o menor escala) nos ayuden a transformar una parte de nuestra realidad.
Momento del coloquio organizado por la Cadena SER entre Antonio Morales y Pere Estupinyá
Por todo ello, no puedo estar más de acuerdo con las conferencias que impartieron en el día de ayer, el investigador científico catalán, Pere Estupinyá, y el Presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales. Este Cabildo ha realizado un esfuerzo inconmensurable en desarrollar una eco-isla que no se queda en el cartel publicitario, sino en un compromiso en acciones inmediatas que han puesto a la isla en el buen camino. Un camino difícil y complejo, pero realizable.
En primer lugar el desarrollo clave del proyecto del “Salto de Chira”, que se convertirá en una herramienta fundamental para poder almacenar energía y lograr que la penetración de las energías renovables pueda superar el 50%. Se trata de una central única en el mundo, que mediante un salto de agua entre las presas de Chira y Soria almacena el excedente de energía renovable que ahora no se utiliza y que nos permitirá aumentar la penetración de energías renovables. El agua se desalará en Arguineguín y se impulsará hasta las presas, generando además de esta manera 700.000 metros cúbicos de agua anuales, para el desarrollo del sector primario, la reforestación y la lucha contra los incendios forestales. Permitirá una fuerte reducción de las emisiones contaminantes de dióxido de carbono y la reducción de las importaciones de combustibles fósiles ahorrará 122 millones de euros anuales de los costes de generación de energía en nuestra isla.
Pero los avances no sólo se fundamentan en este proyecto sino en el desarrollo de una estrategia insular de adaptación al cambio climático e impulso de una economía baja en carbono en Gran Canaria, lo que convierte al Cabildo de Gran Canaria en la única institución de Canarias que cuenta con un plan de adaptación al cambio climático.
Esta estrategia que plantea más de 35 soluciones concretas, adaptadas al territorio, cuantificadas económicamente y que el Cabildo ya ha puesto en marcha y se desarrollarán hasta el 2030. Estas medidas tienen como prioridad la conservación ambiental y el impulso del sector primario sostenible; la transición energética y la gestión del agua, la economía circular, la movilidad sostenible y la adaptación de infraestructuras públicas, así como la necesaria coordinación entre administraciones y la participación ciudadana. Es imposible aquí desarrollar todas las medidas, pero algunos ejemplos muy interesantes son la reforestación de más de 160.000 árboles (con hincapié en la laurisilva), el pastoreo controlado para la prevención de incendios, la restauración natural del litoral con riesgo de inundaciones marinas, control de residuos y economía circular, etc.
Desde mi punto de vista el reto mayor que tiene nuestra eco-isla es revertir la situación actual de la movilidad, que genera más del 60% de nuestra contaminación. No sólo basta con las medidas valientes que están tomando algunos municipios, como Las Palmas de GC, para fomentar los transportes blandos, sino que el Cabildo junto con el Gobierno de Canarias debe apostar más todavía para “descarbonizar” el transporte entre los centros neurálgicos de la isla, las vías del norte y la GC-1. Los carriles BUS-VAO y/o el tren se deben incorporar cuanto antes a las mejoras que se han promovido en la red de transporte colectivo con la rebaja de los bonos que ha logrado subir más viajeros a las guaguas.
Como dijo el Presidente del Cabildo ayer y repiten muchas personas de bien en la actualidad, somos la primera generación que es consciente plenamente de la emergencia climática pero quizás sea la última que este a tiempo de poder hacer algo. Por ahora Gran Canaria lo está haciendo.
Crecí y pase mi adolescencia en una Canarias donde todos mis amigos, nótese el masculino, querían llegar lo antes posible a la mayoría de edad. La principal razón, disponer de la capacidad de conducir y preferentemente tener un coche, a mayor cilindrada mejor. Tengo la impresión de que durante años y todavía hoy, en parte, ha sido el automóvil un símbolo de estatus y en el caso de los hombres, hasta de masculinidad.
El coche desde hace ya
muchos años ha sido, y todavía sigue siendo
la estrella en
Canarias. Quizá porque al salir de una situación de pobreza casi en
los años 80, los canarios hemos intentado mostrar nuestra nueva
capacidad económica, marcando distancias con los objetos más
tradicionales y lanzándonos en brazos de aquello que sólo unos
pocos en el pasado podían permitirse, como los vehículos de motor,
mientras que a las personas que van en transporte público o
bicicleta, se les ve como a personas humildes, sin posibilidad de
permitirse comprar un coche, o dicho en otras palabras, gente menos
pudiente.
Los datos son contundentes, mientras en grandes ciudades europeas el ratio de coches por cada 1000 habitantes es de unos 450 como mucho, o en islas turísticas como Mallorca, es de unos 400, en nuestro Archipiélago la estadística es de más de 700 automóviles por cada 1000 habitantes, una de las más altas del mundo.
Yo no tenía esa pulsión
por tener coche a esa edad. Poco después participando en el
movimiento ecologista, entable relación con otros jóvenes que no
teníamos ni queríamos coche y me di cuenta de la necesidad, no sólo
por cuestiones “estéticas”, sino sobre todo por razones
ambientales y del futuro de las Islas,
de la
imperiosa obligación de
ser coherentes y apostar por la movilidad sostenible.
La movilidad sostenible
no significa que no se puedan o deban utilizar los coches, significa
la necesidad de buscar fórmulas para el uso racional de los medios
de transporte por parte tanto de los particulares como de los
profesionales. Como hemos comentado, a esta “cultura pro-coche”
de la población se une un modelo urbanístico donde se han
construido unas islas donde la edificación de viviendas de forma
dispersa y la concentración de actividades han hecho muy difícil
abandonar el coche, y si a esto le sumamos que la mayoría de las
administraciones no han apostado de verdad por la movilidad
sostenible y por la extensión de los transportes alternativos,
logramos la “tormenta perfecta” que vivimos en este Archipiélago
en la actualidad. Un ejemplo de este problema es que en el reparto de
movilidad en nuestra ciudad el coche casi llega al 70% de los
desplazamientos y en torno a un tercio de los desplazamientos en
coche que se realizan diariamente son de menos de 2 ó 3 kilómetros.
Las Palmas de GC no
tiene por qué ser una excepción
Estoy convencido que esta
ciudad no es una excepción, como en otras ciudades europeas o
españolas, la bici puede triunfar, la bici también puede ser
“atractiva” para una gran parte de la población. Pero la
bicicleta no triunfará en nuestra ciudad por generación espontánea,
esperando un cambio cultural, como en otras ciudades, se necesitan
medidas valientes que impulsen infraestructuras y servicios que
generen seguridad y comodidad al usuario.
Esas medidas valientes ya
han comenzado por parte del gobierno de la ciudad en este 2019. En
primer lugar la construcción de una red de carriles funcional que
discurre por las vías y calles principales, esta red es
bidireccional y homogénea, muy reconocible por la ciudadanía. Esta
red tendrá una nuevo avance en 2020 y se sumarán también una buena
red de aparcabicis. En segundo lugar, la consolidación de un sistema
público de transporte de bicicletas, Sítycleta, moderno y a la
vanguardia de Europa, que tiene ya después de un año de
funcionamiento más de 2000 abonados anuales y unos 8.000 usuarios
ocasionales (con un 25% de uso turístico). Un sistema con estaciones
y bicicletas robustas que genere seguridad al ciudadano, que sabe que
siempre puede disponer de bicis en las estaciones que no distan más
de 500 metros, con el desarrollo de bicicletas eléctricas, que
esperamos en 2020 sean una realidad que nos permita acercar este
transporte a Ciudad Alta.
A todo esto hemos sumado
mayores medidas de calmado del tráfico, medidas favorecedoras de la
utilización de la bici con
otros modos de transporte (intermodalidad) y una fuerte campaña de
concienciación ciudadana y escolar, que ya ha comenzado a través
del Programa “Intercombi” y que pretendemos reforzar en 2020.
En Sevilla, Barcelona u
otras ciudades se ha logrado que una parte de los usuarios del coche
lo dejen aparcado para “enamorarse” de la bicicleta, en unos años
han pasado del 1% de usuarios de la bici hasta aproximadamente el 8 %
del total de los movimientos. En 2020, espero que el coche pierda
atracción y la bici sea cada vez más atractiva, cómoda y segura.
De todos depende, y este ayuntamiento ha empezado a hacer sus
deberes.
Artículo publicado en la Revista EnergyHub en enero de 2020.
En
el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria hemos elegido el
sistema de BRT (Bus de Tránsito Rápido), que en nuestro caso hemos
venido a llamar MetroGuagua, para acercarlo así a todos los
ciudadanos, ya que no es otra cosa que una nueva línea de alta
capacidad que amplía y complementa la actual red de Guaguas
Municipales.
Esta
elección no ha sido ni un capricho ni fruto del azar, sino que
responde a diversos estudios técnicos que recomiendan esta
alternativa para una ciudad de nuestro tamaño y población. Por su
flexibilidad, el BRT se deja integrar perfectamente en la fisionomía
de la ciudad y ésta ha sido una importante razón para optar por un
sistema que, además, tiene menores costes de inversión y la
posibilidad de un despliegue más rápido causando menos trastornos
para la ciudadanía.
Las
cifras también lo avalan: la MetroGuagua es el transporte más
recomendable para mover en torno a 45.000 usuarios al día, y nuestra
ciudad se sitúa dentro de esa horquilla. Además, según los
primeros cálculos, cerca de 14 millones de viajeros utilizarán la
MetroGuagua al año.
Pero
echemos una mirada a Francia, país que se considera la cuna en
Europa de este medio de transporte. Actualmente cuenta con 17
proyectos en desarrollo y vías de implementación en diferentes
ciudades y 25 se encuentran ya en explotación. En ciudades como
Nantes, cuya experiencia hemos tenido oportunidad de conocer
directamente desde el Área de Movilidad del Ayuntamiento, el BRT,
allí conocido como Bus Way, fue rápidamente acogido por los
habitantes de la ciudad. Hoy en día el transporte de viajeros supera
las expectativas. El ahorro de tiempo que supone ha logrado reducir
significativamente el número de viajeros de vehículo privado en su
recorrido.
Se
trata de un sistema de transporte masivo que, por su eficiencia,
menor coste y flexibilidad, gana terreno al tren o al tranvía.
Frente a los 17 proyectos de BRT, el país galo solo tiene dos de
tren o tranvía en desarrollo.
Es
un sistema de transporte versátil, de mayor o menor longitud
dependiendo de la cantidad de usuarios que tenga, y para los que
existen varios modelos en el mercado. Esta ventaja, unida a su menor
coste en infraestructura, han hecho que el BRT tenga cada vez más
peso, tanto en Francia como en el resto de países que apuestan por
este modelo de transporte.
Desde
algunos sectores se preguntan por qué este Ayuntamiento ha dicho
‘no’ al tranvía. Para conocer la respuesta solo hay que mirar
más allá de nuestras fronteras: la infraestructura de un tranvía o
tren cuesta de cuatro a 10 veces más que la del carril de la
MetroGuagua. De ahí que desde el Consistorio apoyemos un transporte
respetuoso con el medio ambiente, accesible, puntual y con una
conexión inmejorable con otras formas de desplazarse, que cumple con
la normativa europea de desarrollo sostenible y que además resulta
más económico para las arcas públicas.
Artículo
publicado en Canarias7 el 15 de abril de 2018
En todos los estados modernos que se han construido, ha sido muy importante la elaboración intelectual que las élites han inventado sobre tradiciones y la creación, con creciente aceptación popular, de símbolos, ritos, y otros rasgos de la memoria colectiva.
Partiendo de esta base y
de lo difícil que es teorizar sobre este tema, la comparativa del
nacionalismo español con el francés o el estadounidense no deja
lugar a dudas de una diferencia abismal en su origen. Mientras que
éstos últimos nacen de un mito rupturista, donde básicamente la
construcción de la nación se basa en que los de abajo, o sea los
ciudadanos (burgueses y colonos) conforman la nación contra los
dominadores internos y/o externos (aristocracia e ingleses) y esa
lucha inaugura el mito fundacional de la nación, en el caso español,
en cambio, la construcción de los mitos nacionales ha sido
patrocinada y controlada por el poder absoluto, primero por las
monarquías y después por las dictaduras del S.XX. Veamos.
Mientras que los
símbolos, como la bandera, el himno o la fiesta nacional en Francia
o EE.UU provienen de esa confrontación contra el poder y de procesos
revolucionarios colectivos, en España la cosa es diferente, o más
bien contraria.
En el estado español, la
bandera en su origen es una enseña de la marina de guerra que
finalmente instaura la monarquía a partir de 1908, nada que ver con
la tricolor francesa. El himno, al contrario que La Marsellesa, se
utilizaba como marcha real desde el S.XVIII. Por su asociación a la
monarquía en su versión más reaccionaria, los liberales usaban el
himno de Riego, que llegó a ser declarado himno oficial. La
vinculación de la marcha real con el absolutismo, la falta de letra
y su tardía implantación (se hizo oficial en 1910) impidió cumplir
una función “nacionalizadora” como en otros estados.
Al igual que estos
símbolos, la fiesta nacional, que se celebra este 12 de octubre
(básicamente con un día de vacaciones y un desfile militar) nunca
ha creado entusiasmo colectivo. Se instaura en 1918 como suma de
cuestionables mitos, concretamente, como Día de la Raza (!), día de
la Hispanidad, del descubrimiento de América y de la Virgen del
Pilar. La comparación con el 4 o el 14 de julio no aguanta
comentario serio. De poder lograr algo parecido en España, la fecha
podría haber sido el 2 de mayo, y de hecho las Cortes (liberales) de
Cádiz proclamaron esa fecha festiva, pero fue el rey Fernando VII
(otra vez la monarquía) la que paralizó su instauración por sus
connotaciones liberales.
Así pues, desde mi punto
de vista, el fracaso para establecer un mito colectivo español se
puede basar en varias cuestiones. Una primera, aunque quizás no la
más importante, es la competencia establecida con la Iglesia
Católica para controlar el espacio público y su ámbito simbólico.
En segundo lugar y más importante es comprobar el fracaso de un
proyecto nacionalista de corte liberal que dejó en manos de los
sectores más reaccionarios de la sociedad el monopolio del
españolismo. De esta forma, los mitos “nacionales” han
quedado asociados a esa interpretación conservadora y de las
recientes dictaduras, ya que los símbolos siguen siendo los mismos
que los de aquellas.
La creciente
normalización democrática desde los años noventa, la
generalización de la simbología a través de los medios de
comunicación y las más recientes victorias deportivas pueden
dibujar un marco de normalidad, pero no es así. Una gran proporción
de gentes de todos los territorios que piensan y se consideran de
izquierdas rechazan (con distinta graduación) la citada simbología
y los significantes del 12 de octubre. Así como muchas personas que
viven en el País Vasco, Galicia, Cataluña, Valencia o Canarias no
soportan esta simbología española no sólo porque puedan ser
nacionalistas sino porque el historial de exclusivismo de la
simbología española ha sido negacionista y agobiante (y a ésto no
ayuda el nacionalismo exacerbado del que hace gala el principal
partido conservador estatal, el PP).
Personalmente,
simplemente me siento un canario que vive en el mundo. Los símbolos
que me enamoraron en mi infancia y juventud no fueron ni la
rojigualda ni la marcha real, juro que no lo hice con ninguna
intención malévola. Espero que los españoles tolerantes (nacidos
en cualquier sitio) que lean este artículo piensen en los argumentos
aquí esgrimidos y entiendan un poco más a gentes que pensamos y
sentimos como yo.
Solo me gustaría que en
el futuro, una España republicana, más democrática, más plural,
más justa, más moderna, más laica, y más tolerante lograra
celebrar un “día de fiesta” que me motivara a brindar por
ella y apostar por un estado diferente a construir entre todas las
personas y los pueblos colectiva y fraternalmente.
Pues
bien, parece que este “personaje” y su consigna ha revivido
en el último año a costa de la política española y los discursos
generados en torno a la crisis. La derecha mediática y un sector
importante del Partido Popular y de UPyD han puesto el ventilador a
funcionar con respecto a los males de las Comunidades Autónomas
(CC.AA.) y a su supuesto “despilfarro”. No se si han tenido
a Goebbles como inspiración, pero desde luego, la máxima de la
mentira política que se repite todos los días está germinando en
un sector de la población.
Pero vayamos a los
argumentos contra la mentira. Se dice que las CC.AA. han
despilfarrado y han acometido gastos superfluos. No seré yo el que
defienda algunos desmanes cometidos por ciertos responsables públicos
en lo que respecta, por ejemplo, a infraestructuras, pero no podemos
olvidar la consideración más importante acerca del gasto público
de las CC.AA. Estas se han convertido, sobre todo a partir del final
del siglo XX, en las que mantienen el mayor peso del Estado del
Bienestar. De esta forma, en torno al 75% del gasto de las mismas se
ha centrado en sanidad, educación, servicios sociales, empleo y
vivienda. Es decir, estas CC.AA. abonan el salario del personal
médico, profesores/as, bomberos, etc.
Cuando se cuestiona el
gasto de las CC.AA. se está en realidad cuestionando las políticas
de servicios al ciudadano. Desde una visión liberal se puede estar
en contra de que estas políticas se desarrollen, pero entonces que
no se convierta en coartada para eliminar las CC.AA., tendrían que
decir claramente que están en contra de esas políticas sociales
para no engañar ni mentir al ciudadano.
El resto del gasto
autonómico se concentra en infraestructuras (en ocasiones
cofinanciadas) con un 7%, en I+D (en torno al 2%) y en otros gastos,
desde culturales hasta seguridad. Algunos de estos gastos sin duda
son cuestionables, desde un aeropuerto (sin aviones) hasta una
policía autonómica de dudosa utilidad.
Pero en base a esto no se
puede decir que “el gran problema de España” son los 17
parlamentos o algunas instituciones “duplicadas”, como por
ejemplo, el Diputado del Común o el Consejo Consultivo. Estas
instituciones se llevan un porcentaje mínimo del presupuesto
autonómico. En el caso canario el dinero que se gasta en el
Parlamento (con el sueldo a sus diputados), en el Diputado al Común,
o en otras instituciones como estas, no es una cifra significante
desde el punto de vista presupuestario. Estas instituciones no
sobrepasan al año los 30 millones que ha pagado el Real Madrid por
el jugador croata Modric.
Por otro lado, las CC.AA.
han aguantado nuevos gastos en los últimos años que se aprobaban en
Madrid y que había que desarrollar con insuficientes garantías
económicas, siendo en este sentido el ejemplo más claro la Ley de
Dependencia.
Tampoco se puede hacer un
discurso homogéneo, es evidente que la distinta perspectiva de
ingresos y gastos de cada comunidad también ha tenido que ver con la
estructura productiva y el modelo económico de cada Comunidad. En
este sentido no es comparable lo que puede recaudar y por lo tanto no
incrementar la deuda, una Comunidad con desarrollo industrial y
diversificación de la economía con otra centrada en sector
servicios, donde por ejemplo el “pinchazo” de la burbuja de
la construcción ha tenido mucho más peso.
En el proceso de
transición el Estado autonómico ignoró la exigencia que en la
historia ha marcado el buen éxito del federalismo, consistente en
crear mecanismos horizontales de coordinación de los Estados
miembros (por ejemplo un senado de verdad) y fijar inequívocamente
los límites, por ejemplo sobre asunción de competencias
cuasi-estatales y endeudamiento, respecto del Estado central.
Es evidente que el Estado
español no solucionó bien un modelo en continua “negociación”
y que debemos incidir en la senda del federalismo. No debe
confundirse descentralización, nuevo reparto de poder y autonomía
política con problemas de eficacia y eficiencia. Muchos Estados
federales, como los EEUU o Alemania funcionan y son una solución,
mientras que otros Estados unitarios, como Portugal o Grecia,
atraviesan grandes dificultades.
Si se trata de discutir
de eficacia, eficiencia y buena gestión, discútase a fondo y de
todo, empezando por la supresión de delegaciones del Gobierno y
ministerios inútiles, la supresión de Diputaciones Provinciales o
una reestructuración y disminución de municipios como sí han hecho
otras democracias de nuestro entorno.
El camino moderno y racional en este momento es el federalismo y no plantear debates tramposos, porque estas mentiras pueden llevarnos a que la “camisa de fuerza” del centralismo agote la paciencia de muchos ciudadanos. De todos depende que el espíritu de Goebbles no triunfe de nuevo en la política territorial española.
La
crisis ecológica mundial generada por la expansión de los sistemas
socioeconómicos humanos casi hasta los últimos límites de lo
conocido, caracterizada por la globalidad y la creciente
irreversibilidad de los daños causados, por la modificación de los
pasados equilibrios del planeta y la extensión de
macrocontaminaciones ya no circunscritas a ecosistemas o regiones
determinadas, sólo se hace evidente y palpable a partir de la
segunda mitad de la década de los sesenta. Esta lenta pero creciente
constatación de crisis se combina en nuestro archipiélago con una
creciente percepción del gran cambio acaecido en Canarias con la
llegada del desarrollo turístico, y las consecuencias que éste
genera en todas las áreas: infraestructuras, urbanización de la
vida cotidiana o pérdida de valores “tradicionales”.
En nuestro archipiélago
también se dan algunas circunstancias importantes que determinan el
tipo de ecologismo que hemos vivido. Algunas de éstas se podrían
resumir en la fragilidad y limitación del territorio y, por ende, de
los recursos, y la lucha que se ha desatado desde tiempos bastantes
pretéritos por su control. Esta limitación del territorio provoca
una marcada “topofilia” que se ve incrementada en tanto en cuanto
el proceso de desarrollo se profundiza y se hace más evidente.
Además, a todo esto se
une la lógica falta de libertad que generó el franquismo para dar
posibles salidas o soluciones a esta época de cambios y conflictos a
finales de los años sesenta y principios de los setenta.
En este contexto se va
generando en Canarias la “toma de conciencia” sobre nuestra
situación medioambiental y, a grandes rasgos, aparece poco a poco lo
que denominaremos aquí movimiento ecologista.
La acción colectiva, las
ideas y los discursos que se agrupan bajo el nombre genérico de
ecologismo son tan diversos en Canarias (y en el resto de Occidente)
que hacen dudar sobre la misma idea de un movimiento. Pero, como
afirma Castells, «es precisamente esta diversidad de teorías y
prácticas lo que caracteriza al ecologismo como una nueva forma de
movimiento descentralizado, multiforme, articulado en red y
omnipresente» (1).
Antes de comenzar a
desgranar la historia del movimiento en Canarias, quería hacer una
referencia a algunas peculiaridades propias que le caracterizan en
nuestro archipiélago, que no por evidentes dejan de tener una gran
importancia. Algunas de éstas son la fragmentación insular, que
complica sobremanera no sólo la coordinación entre los colectivos
de distintas islas, sino también la coordinación con el resto del
movimiento ecologista a escala estatal. La geografía también cobra
una gran importancia con la fragilidad y limitación del territorio,
que hace el deterioro del medio mucho más visible. De esta forma,
los “hitos del proceso de desarrollo” (centrales, incineradoras,
carreteras, etc.) son imposibles de ocultar: ninguna instalación
importante queda a más de uno o dos kilómetros de distancia de la
población, por lo que suele tener una incidencia directa sobre ella.
Precisamente es esta visibilidad del deterioro y la cercanía de los
afectados las que hacen al movimiento ecologista en Canarias tener
una conexión muy importante con las preocupaciones cotidianas de los
ciudadanos. Además, la importancia de las apuestas del Estado en la
militarización del archipiélago (lanzaderas, radares, legión,
campos de tiro, etc.), así como un creciente respaldo social al
pacifismo, hacen del antimilitarismo y de la defensa del territorio
contra los intereses militares –donde Fuerteventura y El Hierro se
llevan la palma– un aspecto fundamental de la historia del
ecologismo canario.
Las etapas del movimiento ecologista
Las primeras señales de este movimiento amplio las constituyen las ideas e inquietudes en 1966 en torno a lo que posteriormente fue la Asociación Canaria de Amigos de la Naturaleza (ASCAN) en la isla de Gran Canaria, una de las primeras asociaciones de este tipo en todo el Estado.
Establecer una tipología
de este variado movimiento ecologista canario se muestra como una
tarea bastante compleja no sólo por la complicación de “etiquetar”
a cada uno de los colectivos o formas organizativas que se han ido
gestando desde sus comienzos, sino también por la propia evolución
que cada colectivo ha ido teniendo en estas décadas a partir de la
transición democrática. De todas formas, nos atreveríamos a
comentar que durante esos años setenta y ochenta, la gran mayoría
de los colectivos, o las luchas de carácter ambiental, han tenido un
origen marcado por su carácter conservacionista (2) o por la defensa
de derechos básicos ciudadanos o de su propio espacio (3).
Lógicamente, esto no quiere decir que estas características se
mantengan “eternamente”, y, por otra parte, deberíamos decir que
en realidad lo que se produce es una continua convivencia durante
estas décadas de todas las tipologías del movimiento.
Podríamos caracterizar la primera etapa del fenómeno “ecologista” como fundamentalmente conservacionista. Esta etapa comienza, como hemos dicho antes, a finales de los sesenta y empieza a mutarse en los últimos años setenta. Son años de honda preocupación por la fauna, las plantas o los espacios naturales. Este período se caracteriza por la importancia de colectivos como ASCAN y ATAN (Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza), pero también de pequeños colectivos que comienzan a nacer a mediados de los setenta y transforman poco a poco el panorama asociativo ecologista.
Estos dos colectivos,
ASCAN y ATAN, tenían características muy parecidas; los dos
comienzan su andadura en los mismos años y con temáticas similares,
y los dos están conformados mayoritariamente por técnicos y
sectores universitarios. Destacaron estas organizaciones por sus
informes sobre aves y plantas en peligro de extinción, por su
preocupación en torno a la problemática de los espacios naturales,
y por desarrollar la primera propuesta para la declaración de
parques marinos en las Canarias orientales. Estas campañas,
lógicamente, sembraron una “semilla” que muchos jóvenes
comenzaron a recoger.
Aunque en esta década
persiste la defensa del medio natural y el paisaje, con los tímidos
inicios de las libertades políticas, a partir de 1976, surgen
asociaciones de diversa índole, preocupadas por temas de mayor
contenido social, como el impacto del turismo o los residuos y la
contaminación. Éstas comienzan a impulsar una “respuesta
ciudadana” que predominará en los siguientes años. Es la
respuesta que inicia la etapa medioambientalista, una etapa donde las
clases medias urbanas tienen un gran protagonismo en la crítica a un
modelo que cada día se les desenmascara de una forma más evidente.
Se desmorona la “utopía urbana”, y estos sectores sociales son
influidos además por las nuevas ideas que se respiran en estos años.
El pacifismo, el nacionalismo y los valores identitarios se mezclan
con las ideas ambientalistas, lo que transforma de una manera rápida
el naciente movimiento ecologista. La forma de esta respuesta puede
ser organizada de una manera más estable o bien puede ser esporádica
en forma de plataformas o manifestaciones puntuales.
Así, en estos años nacen en Gran Canaria colectivos como Magec (1976) o Azuaje (1977), muy influenciados, sobre todo este último, por esa visión más amplia de la lucha ecológica. Magec y Azuaje fueron colectivos con un marcado carácter ecopacifista,de un envidiable dinamismo, que organizó actividades y luchas variadas, como por ejemplo, campañas de limpieza de playas, contra los juguetes sexistas, a favor de los carriles bicis o contra la OTAN.
A mediados de los años setenta nace también el colectivo Aulaga en Fuerteventura que, con una base social primigenia de maestros y profesores, comienza la lucha en defensa de las dunas de Corralejo y extiende sus labores al pacifismo y el antimilitarismo.
Entre tanto, en Tenerife nacían varios colectivos a finales de los setenta y principios de los ochenta que combinaban los contenidos conservacionistas con la “ecología social”. El más importante de ellos fue el Movimiento Ecologista del Valle de la Orotava (MEVO). Este colectivo del norte de Tenerife nace en 1979, aglutinando diversos sectores sociales (como maestros, estudiantes universitarios, trabajadores de hostelería, etc.) bajo una honda preocupación por el deterioro urbanístico que se vive en la zona de La Orotava (4). Este colectivo vive una crisis interna en 1982 que lo hace desaparecer como tal, aunque muchos de sus componentes van a seguir vinculados al ecologismo activo.
La profusión de grupos ecologistas
La década de los ochenta se convierte en una época de profusión de colectivos ecologistas de distintas dimensiones y características, en la que se van desarrollando sus propiedades. La lista de pequeños colectivos locales que nacen en esta época (de 1982 a 1992) y que tienen una corta vida activa (entre dos y cinco años) es bastante extensa. Sus diferencias derivan de las inquietudes de sus componentes y de las circunstancias peculiares del período en que se desarrollan en cada comarca o isla. Así, las distintas asociaciones que proliferan en La Gomera y La Palma manifiestan cierta propensión a abordar cuestiones referentes al modelo de desarrollo y a la ordenación del territorio (5). Las de Fuerteventura, como ya hemos dicho, imprimen a su acción un marcado carácter antimilitarista, además de preocuparse por cuestiones de gran relevancia insular (como el modelo energético). En las islas centrales los colectivos son muy variados, y su labor abarca distintos temas (como la contaminación marina, los problemas del litoral, el patrimonio histórico-cultural, la calidad de vida en la ciudad, la educación ambiental, etc.). Caso aparte supone la importancia del Guincho en Lanzarote, vinculado en sus orígenes a una figura de la importancia de César Manrique.
Junto a esta actividad asociativa más constante y estable, en Canarias, al igual que en otras zonas del mundo occidental, conviven otras fórmulas de organización social y formas de lucha, que en algunos casos nacen producto de la espontaneidad de unos vecinos y otras veces son fomentadas por la “oposición” política municipal; en suma, tienen objetivos concretos y una clara visión a corto plazo: en ocasiones, cuando acaba el problema, se acaba la lucha (6). Fue el caso, a mediados de los ochenta y principios de los noventa, de plataformas ciudadanas como la Coordinadora en Defensa del Rincón “Oponte al puente-Ponte al mar”; la lucha vecinal en oposición a la urbanización del palmeral de Santa Brígida, en Gran Canaria; la movilización por la playa de Valleseco (Tenerife), o los posicionamientos de la mayoría de vecinos de El Hierro o de Fuerteventura contra sendos radares militares en Malpaso y La Matilla. Destacables en este sentido fueron sin duda las movilizaciones desarrolladas por numerosos ciudadanos en defensa de las playas de Gran Canaria, que en el verano de 1988 lograron llevar con contundencia a la opinión pública las ideas de defensa de las playas como lugar de uso público, así como la necesidad imperiosa de su conservación.
Aunque había habido
algunas experiencias conjuntas en distintas actividades o luchas, y
también había habido intentos de coordinación entre colectivos en
diversos momentos, no es hasta 1987 cuando hay un impulso decidido
por parte de la mayoría del ecologismo canario en buscar fórmulas
concretas para que se den mayores grados de unidad y coordinación.
Una de las primeras experiencias exitosas en este sentido son las I Jornadas “Salvar Canarias”, donde en Las Palmas de Gran Canaria, y a iniciativa e impulso de Veneguera, se reúnen por primera vez en la historia representantes de organizaciones ecologistas de todas las islas. Los organizadores centran el debate de estas jornadas sobre el sistema económico turístico imperante en el archipiélago y sus consecuencias, además de las posibles soluciones que el ecologismo canario podía aportar.
En parte por esta clase de experiencias, y en parte por una mayor madurez del movimiento, los distintos colectivos ponen en marcha un proceso más estable de debate y coordinación que haga mucho más efectivas las luchas en defensa del patrimonio natural y cultural del archipiélago. En ese sentido, se convocan unas reuniones anuales, que se celebran rotativamente en distintas islas, y que se comienzan a denominar Asamblea del Movimiento Ecologista Canario (AMEC).
Durante el final de los
años ochenta y principios de los noventa, la AMEC ha apoyado varias
luchas, siendo de las más destacadas la campaña de apoyo a la
Coordinadora “Salvar el Rincón”, ante los intentos de
urbanización de ese espacio agrícola de La Orotava, para lo cual se
ejerció la Iniciativa Legislativa Popular con el fin de proteger la
zona, lo que llevó a la recogida de más de 15.000 firmas (7). Otra
lucha que promocionó la AMEC es la extensión de la pelea de la
Asamblea Irichen a todas las islas contra los intentos de modificar
la Ley de Espacios Naturales de Canarias para urbanizar el Charco
Verde (La Palma).
Lógicamente, pese a esta
esperanzadora trayectoria, no faltaron momentos difíciles y de
conflicto en este proceso.
La federación ecologista Ben Magec
Aun así, este proceso de asambleas llevó casi inevitablemente a una forma de organización todavía más estable, la federación ecologista canaria Ben Magec. En la asamblea fundacional, celebrada en La Palma en febrero de 1991, firmaron como asociaciones fundadoras Altahay, ASCAN, el Colectivo de acción ecológica “Barrilla”, Cueva del Sol, Imidauen, La Vinca, Palo Blanco y Veneguera por Gran Canaria; ADENIH por El Hierro; Agonane por Fuerteventura; ATAN por Tenerife; El Guincho por Lanzarote; La Centinela por La Palma, y Guarapo por Gomera. Unos pocos meses después ASCAN y Barrilla se salen de la lista.
Con altibajos importantes, la organización de esta federación fue aumentando, y a partir de finales de los noventa da un giro importante. Deja de ser una simple coordinadora de “reuniones y campañas aisladas” para pasar a ser cada vez más una estructura organizada, que empieza a tener una importante presencia mediática y comienza a desarrollarse en sí misma como una identidad propia dentro del movimiento, donde la renovación generacional, el notable incremento de socios, la creciente infraestructura en Tenerife y Gran Canaria, así como la implicación en la confederación Ecologistas en Acción cambiarán su fisonomía para siempre.
De esta forma, estos
últimos años han vuelto a demostrar la importancia de un movimiento
social como el ecologista en Canarias, donde desde el año 1998 se
han sucedido las manifestaciones y movilizaciones más importantes
del archipiélago, y quizá de casi todo el Estado. En estos últimos
años se han promovido cuatro iniciativas legislativas populares con
un fuerte apoyo; manifestaciones contra el crecimiento turístico
como la de Veneguera o Lanzarote, que congregaron a más de 10.000
personas cada una de ellas; manifestaciones contra la política
especulativa en el litoral, en el Frente Marítimo de Las Palmas de
Gran Canaria y Granadilla, esta última con más de 60.000 personas
movilizadas; o la que reunió a más de 10.000 canarios de todas las
islas que se han concentrado contra la militarización de El Hierro.
Todo esto demuestra que el movimiento ecologista en Canarias no sólo está vivo, sino que será digno de estudio de historiadores en el futuro, como el movimiento social más importante del archipiélago en la transición entre el siglo XX y XXI.
(1) Castells, M. (1997),
La era de la información. Vol. 2, El poder de la identidad, Alianza
Editorial, Madrid.
(2) Las definiciones de
las organizaciones denominadas bajo este término son variadas según
los distintos autores. Recogemos aquí una de Castells: «Se definen
como amantes de la naturaleza y apelan a ese sentimiento en todos
nosotros, prescindiendo de las diferencias sociales. Operan mediante
las instituciones y utilizan a menudo la influencia política con
gran destreza y determinación. Se basan en un amplio apoyo popular,
así como en las donaciones de las elites acomodadas de buena
voluntad y de las empresas (…) desconfiando de ideologías
radicales y la acción espectacular que está en desacuerdo con la
mayoría de la opinión pública» (Castells, 1997).
(3) Es lo que algunos
autores como Ramón Folch o Riechmann llaman ambientalismo: «… Que
luchan por un mejor ambiente y una mejor calidad de vida para los
seres humanos, desde un punto de vista antropocéntrico». Folch, R.
(1977), Sobre el ecologismo y ecología aplicada, Ed. Ketres,
Barcelona; y Riechmann, J. y Fernández Buey, F. (1994), Redes que
dan libertad, Paidós, Barcelona. Otros autores como Castells lo
denominan como la movilización de las comunidades locales en defensa
de su espacio, que «constituye la forma de acción ecologista de
desarrollo más rápido y la que quizá enlaza de forma más directa
con las preocupaciones inmediatas de la gente con los temas más
amplios del deterioro ambiental» (Castells, 1997).
(4) La labor del MEVO en
este tema de los espacios naturales fue de tanta relevancia, que el
Cabildo de Fuerteventura le pidió a este colectivo que le ayudase en
la catalogación de los espacios a proteger en la isla oriental.
(Entrevista a Juan Pedro Hernández, en La Orotava en julio de 2002).
(5) Importante
experiencia de unidad de acción y de debate fue la Asamblea Irichen,
compuesta, a mediados de los ochenta, por varios colectivos
ecologistas palmeros, que tuvo sus principales preocupaciones en la
gestión de los espacios naturales y los residuos.
(6) Esto no quiere decir
que las ocasiones de luchas de este tipo no hayan hecho brotar
conciencia ambientalista en sectores sociales, y que de hecho algunos
colectivos ecologistas se hayan nutrido de ciudadanos que han
participado en ellas. Incluso algún grupo debe su fundación a una
lucha de este tipo.
(7) Un hecho importante a destacar es que en la historia democrática de Canarias las iniciativas legislativas populares que se han presentado y han sido aceptadas en el Parlamento han tenido en su mayoría un claro cariz “ecologista”.