Existe una invasión que ha ido creciendo en los últimos años y de la que no se habla demasiado (por lo menos lo suficiente) y que nos afecta a todos y todas más de lo que creemos.
Nuestro archipiélago es conocido por su excepcional biodiversidad y belleza natural, se enfrenta a un desafío silencioso pero devastador: la invasión de especies de fauna exóticas. A lo largo de los años, numerosas especies de animales no nativos han sido introducidas en las islas, lo que está generando graves consecuencias para el ecosistema canario.
Las especies de fauna invasoras son aquellas que han sido transportadas de manera intencionada o accidental fuera de su área de distribución original y que, una vez establecidas en un nuevo entorno, tienen la capacidad de propagarse y multiplicarse rápidamente, compitiendo con las especies endémicas y alterando el equilibrio del ecosistema. Estas invasiones suelen tener efectos devastadores, tanto para la biodiversidad local como para la economía y el bienestar humano.
El problema de las especies invasoras en Canarias tiene diversas causas. Una de las principales es la actividad humana, que ha sido responsable de la introducción no intencional de muchas especies exóticas. La globalización del comercio y los viajes ha facilitado el transporte de animales y plantas desde distintas partes del mundo, y algunas de estas especies han logrado establecerse en el archipiélago canario, desplazando a las especies autóctonas y alterando los ecosistemas locales.
Otra causa importante es el abandono de mascotas exóticas. Muchas personas adquieren animales exóticos como mascotas sin ser conscientes de las consecuencias que esto puede tener. Cuando estas mascotas se vuelven demasiado grandes o complicadas de mantener, algunas personas optan por liberarlas en la naturaleza, lo que puede desencadenar una invasión silenciosa. Este comportamiento irresponsable ha llevado a la introducción de especies como iguanas, serpientes y tortugas que ahora compiten con las especies locales por recursos y hábitats, alterando drásticamente el equilibrio natural.
Las especies invasoras compiten con las especies canarias por alimentos, espacio y en muchos casos, las superan debido a la falta de depredadores naturales en su nuevo entorno. Esto puede conducir a la disminución o incluso la extinción de especies autóctonas, lo que afecta negativamente a la biodiversidad y puede generar desequilibrios en las cadenas alimenticias.
Un ejemplo preocupante es el caso del lagarto gigante de Gran Canaria (Gallotia stehlini), una especie endémica en peligro de extinción que se enfrenta a la competencia y depredación por parte de ratas o serpientes invasoras o por los gatos asilvestrados. La presencia de estos invasores representa una amenaza significativa para la supervivencia de esta especie icónica.
Además, algunas especies invasoras son portadoras de patógenos o enfermedades que pueden afectar tanto a la fauna autóctona como a los seres humanos. Esto representa un riesgo para la salud pública y puede tener consecuencias económicas significativas si afecta a actividades como el turismo o la agricultura.
Canarias alberga una variedad de especies invasoras que han tenido un impacto significativo en el ecosistema local. Según “Ciencia Canaria”, ya se han registrado más de 200 especies invasoras (o potenciales) en las islas. Algunos ejemplos son la culebra real de California, las ratas negras, las iguanas, las cotorras de Kramer, las tortuguitas de Florida, y un sinfín de especies de reptiles. Especial significado tiene el reciente descubrimiento en Tenerife del caracol gigante africano que es una de las 100 especies invasoras más peligrosas de todo el planeta por los daños que puede causar a la vegetación local y algunos científicos resaltan que puede llegar a transmitir la meningitis al ser humano.

Las principales medidas de control y prevención contra las especies de fauna invasoras en Canarias deben incluir una combinación de enfoques, tanto a nivel insular como autonómico. Estas medidas son fundamentales para proteger la biodiversidad y los ecosistemas de las islas.
Por supuesto dentro de esta combinación de medidas es fundamental mejorar la regulación sobre importación y posesión de especies exóticas invasoras como mascotas, así como sanciones para quienes incumplan estas disposiciones, así como un trabajo mayor de prevención en puertos y aeropuertos. Por supuesto, hay que sumar a ello un trabajo de vigilancia y detección temprana y una investigación y el monitoreo constantes son fundamentales para comprender la dinámica de las especies invasoras y su impacto en el ecosistema.
Otras posibles medidas son la restauración de hábitats, la reintroducción de nuestras especies y la restauración de la vegetación autóctona pueden ayudar a restablecer el equilibrio del ecosistema.
En casos en los que las especies invasoras ya están establecidas y causan un daño significativo, se deben desarrollar planes de control de poblaciones (con el debido apoyo científico). Estos pueden incluir métodos como la caza selectiva, la captura y el control biológico, siempre garantizando (en lo posible) el bienestar de los animales involucrados.
Además la educación ambiental es clave para prevenir la introducción de nuevas especies invasoras y fomentar prácticas responsables. Las campañas de concienciación deben dirigirse tanto a la población canaria como a los turistas, para que comprendan los riesgos asociados con las especies exóticas y la importancia de preservar la biodiversidad canaria. También sería interesante que las administraciones pudieran ofrecer incentivos y subvenciones a aquellos propietarios de terrenos o comunidades locales que colaboren en la gestión y control de especies invasoras. Estos incentivos pueden promover la participación activa de la sociedad en la protección del ecosistema.
En este sentido es loable, aunque siempre mejorable, el trabajo en los últimos años de los técnicos del Cabildo de Gran Canaria en esta materia con el desarrollo del Plan Insular de Especies Exóticas Invasoras (PIEEI) que se basa en la colaboración entre diferentes instituciones y actores, y contempla medidas como la vigilancia, la sensibilización ciudadana y la erradicación de especies invasoras, así como la consolidación del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre.
En conclusión, el problema de las especies de fauna invasoras en Canarias es un desafío que requiere una respuesta integral y coordinada con la necesaria colaboración de la sociedad civil y de la educación cívica de nuestra población.