Los Señores del “Pero”…

Algunos llevamos unos cuantos años dedicados a fomentar en nuestras ciudades el uso de la bici como modo de transporte y más años todavía escuchando como otras tantas personas se vanaglorian de también estar a favor, pero curiosamente, siempre plantean multitud de problemas para que sea una realidad. Examinemos algunos de estos planteamientos.

Estoy a favor del uso de la bici, pero….no es necesario poner carriles-bici sino que los ciclistas vayan por las vías “normales” de la ciudad. Este planteamiento que sería idílico si viviéramos en ciudades con tráfico pacificado y en donde el 100% de los conductores respetaran los límites de velocidad, ha sido continuamente utilizado (incluso por colectivos ciclistas) pero también se ha mostrado como un continuo fracaso. Sin vías exclusivas el usuario de la bici se siente desprotegido, los coches le pitan (y presionan) aunque no puedan superar (por el tipo de vía) los 30 Km/h y la calzada compartida es un territorio hostil donde sólo algunos valientes se sienten seguros.

Las ciudades que son un ejemplo para el mundo con respecto a crecimiento en uso de la bicicleta, con porcentajes de más del 35% de uso en el reparto modal, como por ejemplo en países como Noruega, Dinamarca o Países Bajos tienen redes de carriles bici separadas del tráfico motorizado, en cambio otras que han apostado por la “convivencia” con el coche, como Madrid, han fracasado estrepitosamente, e incluso recientemente han decidido apuntarse al modelo de vías segregadas.

En una amplia encuesta realizada en Alemania recientemente las vías más separadas y protegidas inspiraron más seguridad. Es una cuestión de grados. El carril bici pintado sobre la calzada, sin obstáculo físico de ningún tipo entre los ciclistas y los coches, generó una amplia sensación de seguridad entre el 62% de los encuestados. El mero hecho de añadir una pequeña barrera, como arbustos o árboles, disparaba el porcentaje al 91%. Esto genera a medio plazo la incorporación de nuevos usuarios, a primera vista, más vulnerables, como mujeres, mayores y niños.

Por otro lado no se puede considerar el uso de la bici como una cuestión cultural, es sin duda una apuesta de la administración por infraestructuras que generen oferta segura para usarla. A veces se recurre a ciudades como Copenhague para decir que “falta cultura de la bici”, pero se olvida que el uso de este modo de transporte en los años 70 era mínimo y que fue una apuesta decidida del ayuntamiento la que hizo posible cambiar la realidad. Sólo hay que ver el gráfico adjunto para ver como en esa ciudad se logró transformar una realidad tan “cochística” como las ciudades del sur de Europa en los años 70.

Evolución del uso de la bici y el coche en Copenhague.
Fuente: Copenhagenize

Hoy en día el 56% de los habitantes de Copenhague utilizan la bicicleta a diario para sus desplazamientos; el 20% opta por el transporte público; y el 14% se decanta por el coche. Esta transformación no es producto de una “cultura” benévola con el medio ambiente, como algunos nos quieren hacer creer, sino sobre todo de una apuesta política (fruto entre otras cosas de movilizaciones sociales en los años 70) y una ejecución de infraestructuras ciclistas por parte de la administración.

Por poner sólo otro ejemplo, Holanda invierte casi unos 500 millones de euros anuales en infraestructuras ciclistas. Lo siento, pero el hecho de que ese país sea el de más uso de la bici como medio de transporte no tiene que ver con la “cultura” o tampoco significa que los holandeses estén genéticamente más preparados para ir en bici que los canarios o los andaluces, sino que sus gobiernos lo han puesto hace años como una prioridad.

Estoy a favor del uso de la bici, pero….los ciclistas deberían pagar impuestos, usar casco y tener un seguro. Esta triada es un clásico por parte de los que se sienten agredidos por el uso de la calle por parte de las bicicletas. Las redes sociales se llenan continuamente de comentarios en este sentido, sobre todo, y no creo que sea casualidad, cuando se construye un nuevo carril-bici o se sustituya una plaza de aparcamiento de coche para poner un aparcabicis.

Sin duda, es posible que la gente esta más segura con un casco puesto y no estoy en contra de que alguien se sienta más seguro llevándolo, pero no es menos cierto que la obligatoriedad del casco en las ciudades desincentiva el uso de la bici, lo que afecta quizás más todavía a la salud y a la calidad de vida en las mismas. El mayor seguro de vida para los usuarios de la bici es una ciudad donde se respeten las velocidades mínimas y donde el tráfico este calmado y por ende una ciudad en la que cada vez haya más ciclistas, se torna en una ciudad cada vez más segura, no sólo para los usuarios de la bici sino para el resto de ciudadanos. Es posible que se trate de una cuestión económica. Decretar leyes que obliguen al uso del casco es más barato que crear infraestructuras y políticas que fomenten la seguridad de los usuarios de la bici. ¿No es extraño precisamente que los países con más porcentaje de uso de la bici urbana, como Holanda, Dinamarca Bélgica no hayan realizado leyes en este sentido?.

Los vehículos a motor deben tener seguro para cubrir los daños que puedan ocasionar a terceros. Los peatones y las bicis pueden causar daños también, en efecto, pero es relativamente raro que esto pueda ocurrir, tanto que un atropello causado por un un usuario de bici es un acontecimiento en las noticias, mientras que uno causado por un coche pasa desapercibido. Y aun cuando esto ocurra, el daño que puede causar un ciclista es comparable al que pueda hacer un peatón o un corredor urbano; exigir seguro a los ciclistas permitiría exigírselo también a los peatones, en razón de la proporcionalidad de daños que pueden causar. En cambio, un error en un vehículo a motor puede traer consecuencias muy graves. En prácticamente ningún país donde la bici es importante se hace un seguro obligatorio, algo habrá que aprender de ellos. Uno de los pocos países que obligaba a las bicicletas a tener seguro, Suiza, eliminó la obligatoriedad en 2012 al entender que los costes administrativos del sistema eran muy grandes y que aproximadamente el 90% de la población disponía de seguros de hogar o responsabilidad civil que ya cubrían las mismas responsabilidades. Y por cierto, aunque no se exija seguro, un ciclista sigue siendo responsable civil de los actos que cometa, y se le puede perseguir si causa daños. Para que se hagan una idea, el riesgo encima de una bici es tan bajo que las principales aseguradoras valoran el seguro anual en 6 euros.

De todas formas, para los que estén muy preocupados por nosotros los usuarios de bici, sólo comentarles que limitar la velocidad a 30 km/h en todas las ciudades seguramente ahorraría accidentes (y necesidad de seguros) no sólo a los ciclistas sino al resto de usuarios de nuestras calles.

Los impuestos de circulación no otorgan derechos, como alguna gente cree, y no es finalista: no se recauda “para arreglar carreteras” o “para compensar el gasto sanitario de la contaminación”. Todo va a la caja común y de ahí se dispondrá en función de lo que se necesite, ya sea una biblioteca pública o las luces de navidad. Considero que el uso de la bicicleta es beneficioso para toda la sociedad. Ahorra gastos sanitarios, ahorra al país la “deuda externa” que genera el coche con su insaciable sed de petróleo, ahorra gasto en infraestructuras, etc. No sólo no debería pagar impuestos sino que debería ser subvencionada y promocionada por el Estado, cosa que por cierto, en muchas ocasiones si hace la administración con el coche. Creo que esta obsesión por los impuestos que no pagamos tiene que ver con cierta frustración de algunos conductores a los que le debe dar bastante rabia gastarse 30.000€ en un coche, más impuestos y gasolina, para luego comprobar que un vehículo cien veces más barato, que ni paga impuestos ni gasolina, sea bastante más efectivo en muchas ocasiones circulando por la ciudad. Por otro lado, no nos engañemos, con los impuestos de circulación no se paga ni por asomo el mantenimiento de la red viaria, ni siquiera de la municipal. No hay más que ver los socavones y deterioro de aceras que generan los vehículos. Y si como algunos se empeñan en que los ciclistas paguemos impuestos de circulación, ¿cómo lo haríamos? .¿Peso por eje? No llega a 7 kilos. ¿Emisiones? Cero. ¿Cilindrada? Cero. ¿Potencia? Según tenga el día.

Faltan algunos de estos argumentos que siempre se generan en redes sociales “a favor” de la bicicleta, pero sin duda lo curioso es que estas “preocupaciones” que surgen en las redes se multiplican cuando aparece una obra nueva de carril-bici. El futuro es la movilidad sostenible, el cambio esta en marcha, y sin duda la bici y los VMP estarán presentes en nuestras ciudades. De nosotros mismos depende que el cambio sea antes o después.