No tenemos vino canario Señor!!!

Son demasiadas las ocasiones que cuando estoy mirando la carta de un bar o restaurante escucho esta frase por parte de un camarero o un hostelero. Y siempre se convierte en una oportunidad para hacerles caer en la cuenta de que hay consumidores que nos gusta tomar vino de nuestra tierra. Las respuestas son variadas, pero sigo sorprendiéndome porque en Canarias, hay que hacer esfuerzos notables para hacer entender a nuestros hosteleros, y a nuestra ciudadanía en general, de la necesidad del consumo de productos de proximidad, de productos Km 0 o como los solemos llamar en Canarias, “productos del país”.

La distribución de alimentos y, por tanto, nuestra alimentación diaria no se han escapado en los últimos 30 años de la globalización que se ha instaurado en todo el mundo. Hoy por hoy no nos resulta extraño llevar a casa y poner en la mesa productos de procedencias muy diversas, productos que, de media, han recorrido más de 5.000 kilómetros, en un territorio además alejado, más si cabe, de los principales centros de producción (Europa y América). No cabe duda que los procesos de envasado y transporte que conlleva mover productos desde el otro lado del mundo dejan una huella ecológica importante en nuestro planeta. Frente a los alimentos que viajan tantísimos kilómetros desde su lugar de producción hasta nuestra despensa, están los llamados productos de Km 0 o productos de proximidad.

Es evidente que ante la saturación poblacional y el número de turistas anuales en Canarias no estamos capacitados para autoabastecernos a un 100% de productos propios pero esto no es óbice para que administraciones, empresas y ciudadanía deban realizar el máximo de esfuerzos para que el consumo de productos del país sea el máximo posible. Para ello es necesario la promoción y ayuda a la agricultura y ganadería, el reforzamiento de la industria alimentaria y la sensibilización entre nuestra gente de la necesidad de un consumo responsable de nuestros productos. Trabajo institucional, que por cierto, ha significado al Cabildo de Gran Canaria con iniciativas como “Gran Canaria Me Gusta”, la Ruta del Vino de Gran Canaria y otras, con un liderazgo potente con respecto a lo que estábamos acostumbrados históricamente.

Vino blanco de Lanzarote.

Parémonos un momento ante el ejemplo del vino. Existen varias razones que hacen menos competitivo a nuestros “caldos”. Producciones pequeñas y atomizadas que aumentan el precio de comercialización, un paladar de nuestra gente acostumbrado a años de dominio de los “perfectos” Ribera y los Rioja, una distribución deficiente de las marcas, etc.

Pero, ¿se trata de competir o de tener un hueco en la mesa para nuestros residentes y/o visitantes?. En el caso del vino blanco, los vinos de distintas islas se han ganado la confianza y una creciente fama entre el consumidor. Es verdad que el tinto sufre más la competencia por distintos motivos, pero desde luego como consumidores (y lo hago extensivo a las empresas y administraciones) debemos alzar la voz cada vez que podamos para que en un almuerzo, en un evento o en un restaurante tengamos la opción de poder probar un vino del país. ¿Cómo es posible que en un restaurante de “Las Canteras” te ofrezcan un “Lambrusco” o un “Rueda” y no sean capaces de tener en carta un “Bermejo” de Lanzarote o un “Agala” de Gran Canaria?. ¿Si ustedes viajaran a la Toscana o a Provenza no quisieran probar un vino de la zona?, o ¿pedirían un Rioja?. En fin. Es indiscutible que nuestra hostelería debe dar la opción de probar nuestros propios vinos al residente y al turista. No pido que la carta entera sea de vino canario, por supuesto, pero que por lo menos haya cierta variedad (en marcas y precios) que permita una selección óptima. Por supuesto en esto, el consumidor tiene mucho que decir.

Vino tinto de Tenerife con aguacate y tomates ecológicos.

Es evidente que la apuesta por el producto de proximidad no sólo es una cuestión de “patrioterismo” muchas veces ridiculizado por memes y chistes (como la imagen del Clipper y el chorizo de Teror) sino que sobre todo el consumo de este tipo de productos ayuda a llevar una alimentación más equilibrada, sana y saludable (con respecto sobre todo a la producción agrícola y ganadera), son más sostenibles y reducen la huella de carbono, reduciendo en gran medida la contaminación.   

Además reducen el desperdicio alimentario. Ya que muchos productos que viajan miles de kilómetros antes de llegar al supermercado se estropean en el transporte. La cercanía entre el lugar de origen y el lugar de consumo final evita el deterioro y las mermas de alimentos, y por supuesto ayudan a promover la economía local. Con los productos de cercanía se reducen los intermediarios necesarios para esos alimentos lleguen a las tiendas, impulsando una economía más justa que respeta los derechos de los productores.

Seguramente esta es una dura confrontación contra el consumo despiadado de productos foráneos traídos de fuera, a miles de kilómetros, pero desde luego es una “guerra” donde cada uno puede poner de su parte muchísimo. Cuando haya dudas siempre compra local, y en la medida de lo posible apuesta por este consumo en tu día a día. Nuestro futuro y el del planeta también esta en tu mano. #NoHayPlanetaB

PD: Les dejo por aquí iniciativas interesantes institucionales de promoción de productos del país:

https://grancanariamegusta.com/

https://www.telde.es/wp-content/uploads/2022/06/catalogoteldetodoloquequieres.pdf

Mesa y López, el desastre que nunca llegó

Hace ya unos dos años que se inauguró la peatonalización o rodonalización de la emblemática calle de Mesa y López en la capital grancanaria. Por desgracia, distintos percances de la administración municipal con las empresas adjudicatarias y el sistema de contratación público (que entró en vigor en marzo de 2018) retrasó un tanto la definitiva finalización de la obra.

Los augurios de diversos sectores u “opinadores” de la ciudad fueron, en muchos casos, catastróficos. Varios eran los desastres que se nos venían encima. Algunos opinaban que el transporte público (taxis y guaguas) no podría hacer su labor. Otros que la convivencia “demasiado laxa y flexible” de los distintos tipos de vehículos, como patinetas, bicis y coches de los vecinos, iba a provocar numerosos accidentes. Algunos más preveían un colapso circulatorio de toda la zona e incluso unos pocos denunciaban que se iban a eliminar los “pocos árboles que quedan”.

Pero, ¿qué es lo que ha pasado después de dos años?. Considero, honestamente, que la ciudad en esa zona ha mejorado sustancialmente. Ninguno de estos presagios catastróficos se ha cumplido. La calidad de vida de los vecinos y paseantes en la zona ha mejorado sustancialmente. Mesa y López ha ganado en zonas verdes, y los grandiosos y antiguos arboles no solo han permanecido sino que ahora viven en mejores condiciones, sin tanto humo y contaminación. El taxi hace su servicio público a los vecinos y visitantes sin problemas y los peatones se han acostumbrado a convivir con guaguas y los coches particulares que entran en los garajes existentes. De hecho no ha habido ningún accidente reseñable en todo este tiempo. Por supuesto que hay algunas actitudes de conductores (de todo tipo de vehículos) mejorables y que se podría ganar después de esta experiencia de dos años en algo más de señalización, pero la convivencia y la costumbre hacen que cada día sea una zona mejor para los peatones y vecinos del barrio. Da gusto ver a grupos de jóvenes o mayores disfrutar de las zonas estanciales y de los bancos, y ver las actividades culturales que han proliferado.

Actuación para niños y niñas en Plaza de España.

Las intervenciones urbanísticas en esta zona y en otras de la ciudad, como en el Cono Sur, son parte del proyecto de la Metroguagua, pero no desde una perspectiva de transporte sino desde una perspectiva de mejora de la calidad de vida de la ciudad y del tránsito peatonal cercano al trayecto de este modo de transporte colectivo. El Ayuntamiento ha querido aprovechar los recursos que ha generado este proyecto, como los procedentes del Banco Europeo o el Gobierno Central, para invertir en la ciudad y transformarla de una forma que sin este proyecto hubiera sido muy difícil. En el caso además de Mesa y López se ha llevado a cabo un viejo anhelo de la asociación de comerciantes de embellecer y mejorar una de las zonas comerciales abiertas más emblemáticas de la ciudad.

Mesa y López, en los años 80, con 6 carriles y multiple ocupación de espacio para el aparcamiento de vehículos privados.

Por otro lado la convivencia del transporte público colectivo a una velocidad muy moderada en zona rodonal y el tránsito de peatones y otros modos de transporte blandos (como bicis y VMP) en esta zona es algo muy habitual en otras ciudades europeas (ver este artículo).

Precisamente es un comentario recurrente de mucha gente que pasea por Mesa y López: “Esto parece Europa”. Ese debe ser uno de los objetivos de Las Palmas de Gran Canaria, el de acercarse cada vez más a otras ciudades europeas a la vanguardia de la movilidad sostenible y de la calidad de vida.

No hay ciudad sin ciudadanía cívica

En muchas ocasiones, y con razón, la ciudadanía protesta por la gestión ineficaz de las pequeñas cosas en nuestras ciudades, hablo del bache, del tráfico, de la basura, de la falta de contenedores, etc. Alguna experiencia en responsabilidades municipales me ha enseñado lo complicado que es en ocasiones la gestión de esas pequeñas cosas.

Varias son las razones. Estructuras pequeñas administrativas para el crecimiento que han tenido nuestras ciudades, normativa estatal aprobada en medio (de aplausos generalizados) en la crisis que ha hecho casi imposible aumentar las plantillas municipales, una ley de contratación del sector público aprobada por el PP en 2017 que complica la gestión de los contratos cotidianos con las empresas de servicios, cambios en la realidad de nuestras ciudades para los que la administración no estaba preparada, y un largo etcétera.

Pero no vengo aquí a hablar de esto, vengo aquí a poner de manifiesto como complica el incivismo y la falta de educación de una parte de la ciudadanía la gestión diaria de nuestras ciudades. Si viviéramos en una sociedad con unos valores más colectivos y cívicos esa gestión y los recursos que se destinan a la misma sería mucho más fácil y productiva.

Pongamos algunos ejemplos. Con respecto a la recogida y limpieza de las ciudades. ¿Cuántas horas de trabajadores públicos se ahorraría si nuestros vecinos y vecinas utilizaran las papeleras?, ¿Cuánto contenedor de más tendrían nuestras ciudades si no hubiera algunos desalmados que queman a diario contenedores, por pura diversión?, ¿No tendrían más capacidad los contenedores de basura si la ciudadanía reciclara?, ¿Saben que los contenedores de plástico y envases tendrían el doble de capacidad si la gente aplastará las botellas y garrafas que introduce en los mismos?, etc…

Otro ejemplo muy claro es el tráfico. Muchos vecinos demandan en numerosas ciudades de nuestro archipiélago, como Las Palmas de GC, Telde o Santa Cruz de Tenerife, que nuestros ayuntamientos coloquen lomos de asno (popularmente conocidos como “guardias muertos”) a causa de los numerosos accidentes de tráfico que se producen por exceso de velocidad. ¿Serían estos lomos de asno necesarios, con un coste de obra civil cercano a los 5.000 euros, si la gente cumpliera los límites de velocidad?, ¿Sería necesario que los ayuntamientos instalaran bolardos en las aceras si la gente respetara las mismas como prioridad para los peatones (y sobre todo personas con movilidad reducida) y no como aparcamiento?, ¿Sería necesario tantas horas extras de policías locales para controlar el incivismo de muchos de nuestros conductores?, etc…

Lomo de asno en el barrio de El Batán (Las Palmas de GC).

Existen muchos más ejemplos, que a todos nos pueden venir a la cabeza, pero termino ya para decirles que no escribo este post como un alegato a la buena gestión de los ayuntamientos, por supuesto que hay muchas cuestiones que mejorar, ni como una disculpa a la mala gestión, donde por supuesto en ocasiones hay responsabilidades públicas y políticas, sino como una llamada de atención a los buenos ciudadanos y ciudadanas, que por supuesto existen y son mayoría, para que con su ejemplo hacia los demás hagan mejorar nuestras ciudades, porque esas ciudades, en Canarias y en el mundo, no mejoraran su calidad de vida, si no mejora la educación cívica de sus habitantes.

La emergencia climática, su doble negacionismo y el Cabildo de Gran Canaria

A lo largo de toda la vida, desde los 18 años, he estado vinculado de una forma u otra al ecologismo. Hace treinta años abundaba el negacionismo sobre el cambio climático. Me hice “adulto” escuchando a bastantes políticos y muchos ciudadanos diciendo que era simplemente una invención y una exageración de nosotros, los ecologistas. Esta visión ha ido rebajando poco a poco sus adeptos, y ya muy pocos la reivindican, con la única excepción últimamente de la ultraderecha que se ha apuntado con Trump y Bolsonaro al discurso negacionista.

Por otro lado, ya hace unas décadas, nos encontrábamos con discursos que primaban la defensa de la avifauna contra el impulso de la energía eólica, y sobre todo un discurso apocalíptico, que nos decía que era imposible “reformar” el capitalismo y que era inminente la caída y derrumbe del sistema. Esta vertiente, liderada en el estado español, por Pedro Prieto hacía (y hace) un voraz ataque a las energías renovables y pronosticaba que el petróleo estaría prácticamente agotado en unos pocos años (en torno al año 2020!!). La única alternativa, para muchos de ellos, es el “decrecimiento” y el fin del capitalismo, sin saber muy bien qué es lo que lo sustituiría. En definitiva, una especie de parálisis total, que considero que lo único que provoca en la ciudadanía es una huida hacia adelante y un “salvese quien pueda”. He oído a algunas personas después de escuchar este discurso decir: “¿si el mundo va a colapsar, de todas maneras, para que voy a hacer algo por el planeta?. Seguiré poniendo el aire condicionado a toda mecha y yendo en mi coche privado….”.

Por supuesto que la eficiencia, el ahorro energético y una sociedad muchas más compensada en los niveles de consumo es absolutamente necesaria, pero tampoco podemos quedarnos sentados hasta que el colapso nos sorprenda. Además de todas estas medidas, debemos construir unas sociedades más adaptadas y preparadas para el cambio climático. Unas sociedades que a través de sus gobiernos y de la concienciación de su ciudadanía intente mitigar, adaptarse y luchar para que la creciente crisis climática no nos extermine. Mientras continuamos la lucha contra el negacionismo por parte de sectores políticos y de algunos estados, debemos construir alternativas (que en mayor o menor escala) nos ayuden a transformar una parte de nuestra realidad.

Momento del coloquio organizado por la Cadena SER entre Antonio Morales y Pere Estupinyá

Por todo ello, no puedo estar más de acuerdo con las conferencias que impartieron en el día de ayer, el investigador científico catalán, Pere Estupinyá, y el Presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales. Este Cabildo ha realizado un esfuerzo inconmensurable en desarrollar una eco-isla que no se queda en el cartel publicitario, sino en un compromiso en acciones inmediatas que han puesto a la isla en el buen camino. Un camino difícil y complejo, pero realizable.

En primer lugar el desarrollo clave del proyecto del “Salto de Chira”, que se convertirá en una herramienta fundamental para poder almacenar energía y lograr que la penetración de las energías renovables pueda superar el 50%. Se trata de una central única en el mundo, que mediante un salto de agua entre las presas de Chira y Soria almacena el excedente de energía renovable que ahora no se utiliza y que nos permitirá aumentar la penetración de energías renovables. El agua se desalará en Arguineguín y se impulsará hasta las presas, generando además de esta manera 700.000 metros cúbicos de agua anuales, para el desarrollo del sector primario, la reforestación y la lucha contra los incendios forestales. Permitirá una fuerte reducción de las emisiones contaminantes de dióxido de carbono y la reducción de las importaciones de combustibles fósiles ahorrará 122 millones de euros anuales de los costes de generación de energía en nuestra isla.

Pero los avances no sólo se fundamentan en este proyecto sino en el desarrollo de una estrategia insular de adaptación al cambio climático e impulso de una economía baja en carbono en Gran Canaria, lo que convierte al Cabildo de Gran Canaria en la única institución de Canarias que cuenta con un plan de adaptación al cambio climático.

Esta estrategia que plantea más de 35 soluciones concretas, adaptadas al territorio, cuantificadas económicamente y que el Cabildo ya ha puesto en marcha y se desarrollarán hasta el 2030. Estas medidas tienen como prioridad la conservación ambiental y el impulso del sector primario sostenible; la transición energética y la gestión del agua, la economía circular, la movilidad sostenible y la adaptación de infraestructuras públicas, así como la necesaria coordinación entre administraciones y la participación ciudadana. Es imposible aquí desarrollar todas las medidas, pero algunos ejemplos muy interesantes son la reforestación de más de 160.000 árboles (con hincapié en la laurisilva), el pastoreo controlado para la prevención de incendios, la restauración natural del litoral con riesgo de inundaciones marinas, control de residuos y economía circular, etc.

Desde mi punto de vista el reto mayor que tiene nuestra eco-isla es revertir la situación actual de la movilidad, que genera más del 60% de nuestra contaminación. No sólo basta con las medidas valientes que están tomando algunos municipios, como Las Palmas de GC, para fomentar los transportes blandos, sino que el Cabildo junto con el Gobierno de Canarias debe apostar más todavía para “descarbonizar” el transporte entre los centros neurálgicos de la isla, las vías del norte y la GC-1. Los carriles BUS-VAO y/o el tren se deben incorporar cuanto antes a las mejoras que se han promovido en la red de transporte colectivo con la rebaja de los bonos que ha logrado subir más viajeros a las guaguas.

Como dijo el Presidente del Cabildo ayer y repiten muchas personas de bien en la actualidad, somos la primera generación que es consciente plenamente de la emergencia climática pero quizás sea la última que este a tiempo de poder hacer algo. Por ahora Gran Canaria lo está haciendo.

En defensa del Salto de Chira y el Planeta

Reproduzco en este espacio una reflexión que hago propia de Raul García Brink, Coordinador de Desarrollo Económico, Energía y Clima del Cabildo de Gran Canaria, y además amigo y compañero hace casi 20 años de sueños, esperanzas y luchas ecologistas en nuestras islas.

El ultraconservacionismo de los que se declaran contrarios al proyecto implica seguir quemando petróleo, pero, sobre todo, supone una recesión, una vuelta atrás. Sus posturas de corte romántico, sin el apoyo de argumentos y evidencias, profundiza todavía más en la crisis climática y en el colapso civilizatorio. Tenemos 15 años para aplanar la curva de las emisiones de gases de efecto invernadero y no creo que estemos para debatir desde el misticismo ecológico que nos propone la plataforma detractora del proyecto

Los que defendemos el proyecto queremos transformar la realidad, porque sabemos que el sistema económico actual nos conduce a seguir quemando combustibles fósiles. Y lo hacemos desde una visión optimista y efectiva, porque creemos que la tecnología puede y debe estar al servicio de objetivos sostenibles que mejoren nuestra calidad de vida respetando el medio ambiente e, incluso, restaurándolo allí donde sea posible. Nuestros argumentos parten de una evaluación objetiva de los riesgos ambientales a los que nos enfrentamos y un análisis basado en la evidencia de las posibles soluciones.

Me considero una persona que cree en la ciencia y, por lo tanto, defensor de los valores de la Ilustración. Por ello no puedo dejar de lado las opiniones de voces autorizadas de la universidad o del ITC. El Salto de Chira no es incompatible con la preservación del barranco. Sin embargo, carecer de una pila de almacenamiento en Gran Canaria es incompatible con alcanzar los objetivos climáticos que nos hemos impuesto. Y no quiero pensar en qué ocurrirá con nuestros ecosistemas en un contexto de calentamiento global desbocado. Hay literatura científica de sobra al respecto y esconder la cabeza como el avestruz me parece una estrategia suicida.

Estimados lectores, a medida que los riesgos ambientales y los impactos del cambio climático se intensifican gradualmente, es evidente que la lucha ecologista debe tener que ver con la acción, no con un debate interminable. El debate interminable no conduce a nada. Al final, hay que tomar decisiones y el Cabildo ha apostado por el rápido desarrollo de tecnologías limpias de vanguardia. Esta fase de implementación aún no está sucediendo lo suficientemente deprisa, pero ya es evidente en la integración de paneles solares, vehículos eléctricos y aerogeneradores en nuestros paisajes.

Con el Salto de Chira vamos a proteger el planeta y nuestra isla, pero, además, protegiendo el planeta mejoramos la calidad de vida de la ciudadanía. Este proyecto nos va a permitir aumentar la penetración de renovables en Gran Canaria. Y las tecnologías limpias son mejores, no solo más ecológicas. La eficiencia energética y las energías renovables generan menores costes operativos. Los pueblos y ciudades serán más saludables, más seguros y cómodos que en la actualidad. Además, la inversión basada en bajas emisiones de carbono genera empleo y crecimiento económico.

El Salto de Chira jugará un papel clave, pero deberá ir acompañada de autoconsumo, almacenamiento con baterías, comunidades energéticas locales e industriales, agrovoltaica o centrales híbridas de solar y eólica. Sin lugar a dudas, el Salto de Chira nos hará más sostenibles y nos ayudará a protegernos contra las amenazas de la emergencia climática, la inseguridad energética y proporcionará agua en la cumbre para enfrentarnos con garantías a las sequías y los incendios.

Para más información: https//saltodechira.com/

De Moby-Dick al cambio climático…

Crecí en los años 80, y como muchos niños y jóvenes de nuestra generación me vi influenciado por películas como Moby-Dick y otras que trataban de la captura y persecución de las grandes ballenas, y sobre todo de las imágenes de aquellos valientes activistas ecologistas que intentaban parar los “balleneros” japoneses o noruegos, y que por desgracia, aunque ya no tenga tanta repercusión mediática, lo siguen haciendo algunos países saltándose la moratoria internacional de caza.

Los cetáceos son animales que fascinan a muchas personas, y el que les escribe no es una excepción. La majestuosa ballena azul, la orca o los mismos delfines siempre me han atraído, no sólo por su belleza y fortaleza sino por su amplio y complejo comportamiento social.

En especial me atrae el animal más grande que existe, que es un cetáceo, la ballena azul. Estos ejemplares suelen pesar más de cien toneladas y tienen una longitud de unos 25 metros. Debido a la caza, la población de ballenas azules, que se contaba por cientos de miles, disminuyó durante muchos años, hasta que a mediados de la década de 1960, al borde de su extinción, se inició su protección. Se considera que es el animal más grande que ha existido en el planeta Tierra. Y es que puede llegar a medir 33 metros de largo, mientras que los dinosaurios más grande de los que se tiene conocimiento hasta ahora no solían pasar de los 26 metros.

Pero por desgracia, no sólo la pesca masiva es uno de los grandes problemas de estas especies, sino que en los últimos años se han sumado problemáticas que hacen que la situación pueda deteriorarse aún más. Quizás lo más conocido, además de la pesca, sea el consumo de basuras marinas y la contaminación general de los océanos. Las basuras marinas son un creciente problema de contaminación en nuestros mares. Sus principales impactos en los mamíferos marinos son el enmallamiento que puede dar lugar a asfixia o estrangulamiento y el consumo, que puede obstruir el tracto intestinal de estos animales causando sensación de saciedad y disminuyendo su ingesta de comida con el consecuente deterioro de su condición y muerte en algunos casos. Además la contaminación de componentes químicos tiene un mayor impacto en estas especies por su alta longevidad (pueden llegar a los 70 años) que les hace “acumular” más concentraciones tóxicas.

No son solo estos peligros los que se esconden en el hábitat marino de los cetáceos. Existen más problemas, que aunque posiblemente de menor importancia (numérica), suman más incertidumbre al futuro de estas especies.

Hay que destacar el “ruido” submarino y las colisiones con embarcaciones. En Canarias tenemos buenos ejemplos de lo que significa estos peligros para cachalotes, delfines o zifios. Recordemos las múltiples colisiones de los medios de transporte marítimos que hemos tenido entre islas. El denso tráfico marítimo está organizado en dispositivos de regulación de tráfico, no obstante nuestras islas cuentan con importantes puertos, un gran número de embarcaciones recreativas y líneas regulares de transporte de pasajeros que viajan a velocidades superiores a 35 nudos. Se ha determinado que entre 1991 y 2007 el 11% de los varamientos en nuestras islas se debía a colisiones con embarcaciones. Con respecto al ruido se hicieron tristemente celebres la afección sobre nuestra fauna marina de las maniobras militares en las costas de Fuerteventura y Lanzarote en 2002 que dejó un saldo de casi una veintena de zifios muertos.

Es indudable también la mala influencia de ciertas prácticas de turismo de avistamiento, de la reclusión de animales en “atracciones” como los delfinarios o de algunas malas prácticas con respecto a la acuicultura. Por ejemplo, hace unos 15 años se produjo en el sur de Tenerife una importante interacción de los delfines mulares con las granjas de piscicultura de dorada y lubina. Los operarios de las instalaciones alimentaban directamente a los mulares que contaban así con una fuente de alimentación cómoda y estable, pero muy distinta de su dieta en condiciones naturales. Los delfines modificaron su distribución, alejándose de su zona y permaneciendo de forma habitual en las inmediaciones de estas instalaciones. Al constatar su presencia continua en la zona, barcos de todo tipo se acercaban a ver a los delfines. La instalación quebró en 2008 y al poco tiempo, las poblaciones de delfines mulares volvieron a ocupar su distribución original. Posiblemente, el poco tiempo que se mantuvo la interacción previno que se produjeran consecuencias más graves a nivel poblacional, pero sin duda son evidentes los peligros de esta práctica.

Pero seguramente el peligro mayor al que se enfrentan los cetáceos es el cambio climático. Esta consecuencia del desarrollismo sin medida humano está alterando las condiciones ambientales de nuestros mares y modificando su régimen de corrientes. En especies como los cetáceos, cuyos ciclos de vida se han acoplado durante miles de años a unas condiciones relativamente estables, los cambios que se avecinan tienen consecuencias impredecibles. Por si fuera poco algunos expertos certifican que la interactuación con la actividad humana (por ejemplo a través de las gaviotas que se alimentan en los vertederos cerca del mar) pueden generar virus y nuevas enfermedades en distintas especies (cosa que tienen en común con los seres humanos).

Todavía estamos a tiempo de parar las peores consecuencias de estos impactos sobre los cetáceos. En primer lugar apoyando la lucha contra el cambio climático y la contaminación de una forma coherente y decidida, tanto desde el punto de vista personal como político. Cada decisión personal tiene una consecuencia a nivel global en múltiples aspectos, de ahí la importancia de nuestras propias formas de consumo y de nuestra capacidad como sociedad para presionar a nuestros gobiernos. #NoHayUnPlanetaB

Con la soberanía alimentaria y la Fundación Tamaimos

Me llega a través de las redes sociales un muy buen artículo de Alfredo Cabrera sobre la necesaria redefinición del modelo económico canario y la obligación de realizar una nueva mirada sobre nuestra agricultura y ganadería, sobre la necesidad de una mayor soberanía alimentaria. Estoy muy de acuerdo con la reflexión de este joven biólogo canario que desarrolla su labor profesional en Bélgica.

Les dejo aquí el enlace de este interesante artículo de Alfredo:

Covid-19 y abastecimiento alimentario en Canarias: ¿Una oportunidad para reforzar las economías locales?

Pero cuando me propuse difundir este artículo, de repente me dí cuenta, no sólo de la necesidad de difundir el mismo sino de la importancia que ha tenido en los últimos años, en el desalentador panorama intelectual de nuestro archipiélago, la web y la organización bajo la que se refugia esta reflexión y muchas otras de importante contenido para nuestra tierra, la Fundación Tamaimos.

La Fundación Canaria Tamaimos nace en 2014 de la iniciativa de jóvenes profesionales de distintos ámbitos como un esfuerzo altruista para dotarse de un instrumento que permita ejercer un mecenazgo responsable en favor de la cultura y la identidad canarias, así como de la difusión de ideas que puedan ayudar a Canarias a desarrollarse responsablemente con el territorio y las generaciones futuras.

Conocí la Fundación cuando me invitaron en 2017 en Agüimes a realizar un pequeño alegato de 15 minutos (alegatox, le llaman ellos) sobre la movilidad sostenible en nuestro archipiélago en el marco de un encuentro que realizan todos los años para difundir experiencias culturales, científicas, intelectuales, etc. muy diversas, el Foro Bucios.

En estos años he podido ver un esfuerzo titánico para organizar ese Foro de muchos buenos profesionales y técnicos sobre temas muy diversos y de interés para propagar ideas que a veces no tienen marcos adecuados de difusión. Por otro lado su sitio web y la edición de su propia línea editorial también ha sido un lugar de encuentro de buenas y acertadas reflexiones sobre Canarias. Muchas veces es difícil tener un pensamiento propio sobre muchos problemas que acucian a nuestras islas y al mundo entero y repetimos como mantras las mismas ideas que se generan en Madrid, Barcelona, Londres o San Francisco. Este pensamiento autocentrado y desde nuestra propia forma de ver el mundo se echa de menos y la Fundación ha hecho una labor encomiable en este sentido.

Sirva este post como reconocimiento a la buena gente que de forma altruista lo ha llevado adelante, como José Miguel Martín, Iván Vega, Tenesor Rguez, Luis Azofra, Raúl Vega, y tantos otros, y como mi propio granito de arena para apoyar este proyecto colectivo para que cada día más canarios y canarias lo conozcan.

I Jornadas de sostenibilidad de la ULPGC

Hoy pude participar en el primer día de las I Jornadas organizadas por José Alberto Herrera (Director de Sostenibilidad de la ULPGC) y un grupo de alumnos de la Universidad. Además de poder poner en común con estudiantes y profesorado de la institución la gestión que hemos realizado en el ayuntamiento de Las Palmas de GC en los últimos años, pudimos disfrutar de las interesantes ponencias de Óscar Zamora, responsable de la dirección de la empresa de transporte público Global y de Heriberto Suárez junto a Juan Carlos Martín, profesores de la ULPGC.

En la ponencia de Óscar pudimos comprobar el compromiso de la empresa Global con la sostenibilidad y fue muy interesante poder analizar algunas de las encuestas que realizan a los antiguos usuarios de la empresa que ponen de manifiesto la relación entre la facilidad con que la gente puede optar al puerta-puerta con un automóvil privado en esta isla (unos 700 coches por cada mil habitantes).

Los profesores Heriberto y Juan Carlos relataron un estudio de interés sobre la implementación y objetivos de los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) en las distintas capitales de provincia del Estado español. Comparto absolutamente su denuncia de la “trampa” que ha supuesto para los PMUS la obligación de su realización, que emana de la Ley2/2011 de Economía Sostenible, para conseguir posterior financiación estatal y europea. Hubiera sido mucho más recomendable que la financiación estuviera condicionada a la ejecucuón de los objetivos de los PMUS y no a la simple realización de un papel que en muchas ocasiones puede quedar en un cajón. Hay que decir que Las Palmas de GC no está mal posicionada con respecto a este tema.

Les animo a participar en los próximos días en estas I Jornadas que tratarán temas como energía, agricultura, biodiversidad, consumo y salud y contaminación. #Seguimos

El peligro de la extinción cuasi total. Estamos a tiempo

La situación de la biodiversidad en nuestro planeta es de auténtica emergencia, y en concreto de las especies más visibles a primera vista, los animales. Según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, uno de los organismos internacionales más acreditados sobre la materia, en torno a más de 5.000 especies de animales se encuentran en peligro de extinción en la actualidad. En esa nefasta lista hay más de un 10% en aves, el 20% de los reptiles, el 34% de los peces y 25% de los anfibios y mamíferos. Unas cifras espantosas que tienen su plasmación en Canarias con especies como el Chorlitejo patinegro, el Cuervo canario, el Lagarto gigante, el Pinzón azul o el Guirre (cuya foto se puede ver en este post).

Las razones como casi todo en la vida son múltiples y pueden resultar tremendamente particulares para cada especie, pero en líneas generales, entre las mayores amenazas se encuentra la destrucción y fragmentanción de sus hábitats; el cambio climático; la caza y el tráfico ilegal; y la introducción de especies exóticas e invasoras.

Lagarto Gigante de La Gomera

Todavía estamos a tiempo de parar este desastre. En primer lugar apoyando la lucha contra el cambio climático y la contaminación de una forma coherente y decidida, tanto desde el punto de vista personal como político. Además, evitar que una especie desaparezca implica la puesta en marcha de una gran cantidad de recursos y acciones concretas. Algunas de ellas serían evitar la fragmentación de sus habitats, por ejemplo la deforestación; perseguir y castigar con dureza la caza ilegal y el tráfico de especies; la creación de reservas naturales; o el fomento de programas de reproducción, reintroducción y de mejora genética. Cada decisión personal tiene una consecuencia a nivel global en múltiples aspectos, de ahí la importancia de la concienciación social de la población y de nuestra capacidad como sociedad para presionar a nuestros gobiernos y a nuestras grandes empresas. #NoHayUnPlanetaB